Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 18 de abril de 2024
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El indomable Henry Vaca

El indomable Henry Vaca

La accidentada carrera futbolística de Henry Vaca me recuerda a “El indomable Will Hunting”, uno de los títulos con que fue traducida la película estadounidense “Good Will Hunting” (Gus Van Sant, 1997). En ese filme, que catapultó la carrera de Matt Damon y Ben Affleck, Will Hunting es un obrero con un coeficiente intelectual de genio, que se distrae resolviendo problemas matemáticos de los privilegiados estudiantes del MIT de Boston, donde hace limpieza. Al ser descubierto, un prestigioso profesor lo apadrina para impulsar la carrera universitaria que se merece. Sin embargo, al joven no le gusta que le digan qué hacer y se rebela violentamente contra los planes de grandeza que otros diseñan para él. Solo las sesiones de terapia aquietan los demonios autodestructivos que lo gobiernan y lo refugian en la comodidad mediocre que comparte con sus amigos

La analogía con la historia de Vaca es evidente, cuando no torpe. El cruceño es uno de los futbolistas más talentosos que ha dado Bolivia en los últimos años. No en vano, antes de los 25 años, ya ha paseado su talento por clubes de Chile (O’Higgins), Perú (Universitario) y Brasil (Atlético Goianiense). Y, cómo no, ha sido un nombre frecuente en las convocatorias de la Selección boliviana.

Cualquiera que lo haya visto jugar en uno de sus mejores días sabe que es un futbolista con un talento superior al promedio del balompié boliviano. No pocos lo entronizaron prematuramente como una suerte de “Messi boliviano”, atendiendo a razonables parecidos: la estatura, la zurda y la gambeta. Pero, con el tiempo ha terminado asemejándose más a Maradona, y no precisamente al de la cancha. Como el Diego que “descubrió” la fiesta, las mujeres y la droga en Nápoles, Henry es un deportista reacio a la disciplina monacal que impone el fútbol profesional. Le gusta salir y fiestear, nada raro para un chico de su edad, pero sí para un deportista asalariado. Sus experiencias en Perú y Brasil se truncaron por problemas de indisciplina (o eso se ha dicho). Y en Bolivia no ha hecho más que confirmar su “mala fama”. El más reciente incidente que lo ha dejado fuera de Oriente –pegarle un trompazo a Sergio Galarza, director Deportivo del club refinero, tras la goleada sufrida por Sudamericana ante Bragantino– le ha agregado una nueva mancha a su prontuario.   

No faltan los que ya lo han desahuciado y sepultado su carrera. Otros lo han reivindicado como un refuerzo apetecible para cualquier equipo boliviano. Alguno más sensato ha sugerido que reciba acompañamiento psicológico antes de volver a las canchas. Y aunque nadie me la ha pedido, yo también voy a dar mi opinión: que haga terapia, pero que no vuelva a jugar. Algo como lo que hace Will Hunting al final de la película: desechar los promisorios proyectos profesionales que otros tienen para él y salir a la carretera “en busca de su destino”.

DIOS ES REDONDO

SANTIAGO ESPINOZA

Periodista

@EspinozaSanti