Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
  • Actualizado 19:01

Soledades

Juan Carlos Azero E. Psicólogo Clínico.
Juan Carlos Azero E. Psicólogo Clínico.

Existe una soledad que conlleva la pérdida de contacto con los semejantes, lo que se conoce como aislamiento social, es decir, una vida sin sobresaltos, donde la persona se vuelve narcisista y autoerótica, su deseo va decayendo día a día y la forma de relacionarse consigo mismo y con sus semejantes es superficial, a eso se le llama soledad patológica.

Con la llegada de la COVID-19 lo que habitualmente hacíamos se vio interrumpido. El encuentro con los amigos y familiares tuvo que limitarse por mucho tiempo y quedamos confinados en casa. Vivir aislados se convirtió en la rutina del día a  día, mantener distancia fue lo habitual y no hubo la posibilidad de implicarse con el otro para conocer su mundo interior.

La televisión y el internet, sobre todo, ofrecen entretenimiento ilimitado con la invasión de imágenes y sonidos atractivos a nuestros sentidos, que logran capturar toda nuestra atención y se imponen ante nosotros, de modo que, ya no es un requisito la presencia de los otros para la obtención de placer.

En nuestra sociedad, los ideales y deberes sociales han caído, entonces el amor y el matrimonio ya no se presentan como promesa de felicidad, ni siquiera se buscan o se requieren. El concepto de familia ha cambiado, se hace evidente una pluralidad en la sexualidad, y queda obsoleto el relacionarse con los demás a partir de la justicia, solidaridad e igualdad. Entonces, lo único que prevalece es la lucha por la satisfacción individual.

En el capitalismo, todo está planteado como objeto de consumo, y estos se tornan adictivos. Consumimos en demasía hasta consumirnos en nuestra satisfacción autista. Todo el tiempo estamos procurando llenar el vacío de nuestra existencia, en consecuencia solo obtenemos sufrimiento en un aislamiento perpetuo.

Sin embargo, existe otro tipo de soledad, una soledad creativa, necesaria, profunda e íntima que todos llevamos dentro. Esa soledad, ese vacío que nos habita y nos hace únicos, diferenciándonos de nuestros semejantes. La soledad creativa no implica aislamiento, narcisismo, no es falsa apariencia, más bien es la posibilidad que tenemos de explorar lo más profundo que nos habita, para desde allí volver renovados, donde las cosas del mundo adquieren nuevos sentidos, o los pierden, y el gusto por la vida se hace más apreciable.

Por medio de la escucha de un psicoanalista podremos conectarnos con aquella profunda soledad, ponerla a trabajar y no sufrirla pasivamente como pasa con la soledad patológica, se trata de que esa misma soledad cause nuestro deseo de vivir, de relacionarnos de otro modo con nosotros mismos y así poder establecer vínculos comprometidos y profundos con nuestros semejantes.

Nota: Para cualquier consulta o comentario, contactarse con Claudia Méndez Del Carpio (psicóloga) responsable de la    columna, al teléfono/ celular (+591) 62620609 o al correo [email protected] 

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