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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
  • Actualizado 18:34

Soledad (es)

Miguel Ramírez Arrázola, psicólogo clínico.
Miguel Ramírez Arrázola, psicólogo clínico.
Soledad (es)

Hay un cuento muy recomendable que titula Tony Takitani, cuyo autor es Haruki Murakami; este relato nos evoca de inmediato a personajes muy solitarios, obviamente cada uno a su manera, en determinado momento uno de los personajes señala “Pero esto en la vida, te pasa antes o después, tomes el camino que tomes, un día u otro acabas solo - se dijo - después de sentir por primera vez la sensación de pérdida y soledad.” Y sí, de alguna manera todos hemos llegado a sentir o a hablar sobre la soledad, pero ¿Qué es soledad?

Para la real academia española de la lengua, la soledad implica carencia voluntaria o involuntaria de compañía. La soledad sin embargo como experiencia es algo con demasiadas aristas como para quedarnos con esta definición, de alguna manera todos la conocemos, sabemos de sus bondades y dificultades.

Allá por 1963 la psicoanalista Melanie Klein en su artículo “sobre el sentimiento de la soledad” menciona que la soledad no solo tiene que ver con la situación objetiva de verse privado de compañía, sino más bien, a la sensación intensa de soledad, sean cuales fueran las situaciones externas, en este estado de soledad interna, uno puede sentirse solo aun cuando este rodeado de amigos y reciba sus afectos.

En todo caso las diferencias en relación a la soledad, apuntan a la intensidad con la que viva cada persona. Por ejemplo, no es lo mismo la soledad de la que escribe el filósofo Cicerón al mencionar que “no hay nada más delicioso que la soledad”, o la soledad más dolorosa que nos muestra Fernando Pessoa al nombrarla como una “soledad negra e implacable” o la que nos muestra Marguerite Duras donde la soledad está en la escritura. Están la soledad sobre la escribe Paul Auster o de la que puede hablar usted quien está leyendo este artículo.

Entonces más que plantear la soledad, seria SOLEDADES, soledades uno por uno.

El psicoanalista Miquel Bassols puntúa que hay soledades distintas, en plural, diversas y singulares a la vez. No escucharemos a una persona que hable de su soledad igual a la de otra, diríamos que somos soledades acompañadas de otras soledades.

Acá es prudente hacer una separación entre SOLEDAD y AISLAMIENTO, siendo este último una forma de no confrontarse, evitar o huir de la soledad. Se busca aislamiento recurriendo a un objeto que estimule (drogas, el juego, las redes, las fantasías, incluso la dejadez en el propio lazo con los demás) El “estar a solas con un objeto” es ya un modo de renunciar a la soledad, donde no se tiene la más mínima realización de ella; cuando estamos en soledad, “tenemos una frontera común con el Otro”, en tanto que el aislamiento es un muro con los demás.

Hay una soledad con el Otro, de la que por ejemplo hablaba Donal Winnicott en su clásico artículo “La capacidad para estar solo”, indicando que la base de la capacidad de estar solo reside en la experiencia de haberlo estado en presencia de otra persona. El estar solo es siempre con alguien.

La soledad es una construcción, no es la exclusión o poner un muro al otro, sino una separación, una frontera del otro, una soledad sin ninguna ilusión de complementariedad o de completitud, es más bien un acercamiento subjetivo a lo íntimo de cada ser hablante, a la relación que tiene uno consigo mismo. Concluyo escuchando de fondo la canción que interpreta magníficamente Rolando La Serie, cuya letra dice lo siguiente “Hola Soledad, no me extraña tu presencia casi siempre estás conmigo te saluda un viejo amigo este encuentro es uno más”.