Opinión Bolivia

  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
  • Actualizado 16:47

Sequía persistente amenaza a los agricultores del lago Titicaca

A partir de la pérdida del caudal en el Titicaca, los agricultores sienten los problemas de la sequía. En algunos municipios de las riberas del lago se implementan proyectos para cuidar sus cuencas y garantizar el flujo del agua.

Sequía persistente amenaza a los agricultores del lago Titicaca. MIRIAM TELMA JEMIO
Sequía persistente amenaza a los agricultores del lago Titicaca. MIRIAM TELMA JEMIO
Sequía persistente amenaza a los agricultores del lago Titicaca

En dos décadas, el lago Titicaca perdió un metro de su caudal. Los habitantes de varias comunidades de sus riberas, como Chivo, en el municipio de Taraco, sienten el impacto de una persistente sequía en los últimos diez años.

El problema tiende a agudizarse. Investigaciones científicas consideran que por el cambio climático las sequías serán más prolongadas y las lluvias con menor frecuencia e intensidad.

En algunos municipios de las riberas del lago, que Bolivia comparte con Perú, implementan proyectos para cuidar sus cuencas y garantizar el flujo del agua como sucede en Ancoraimes.

Mientras, las autoridades de los tres niveles aún no tomaron las medidas suficientes ante el proyectado impacto del cambio climático en la región del altiplano boliviano.

Solo se conoce la ejecución de un proyecto multipropósito que beneficiará a tres municipios, dos de ellos, Pucarani y Batallas, ubicados en Lago Menor del Titicaca, cuyo objetivo tiene que ver con la adaptación al cambio climático.

SEQUÍA

Carlos Apaza levanta un zapallo enorme, de más de 10 kilos, para mostrarlo orgulloso a sus ocasionales visitantes. Ese es uno de los 15 vegetales que cultiva en su carpa solar, a la que Gladys Mamani, su esposa, llama su área de experimentación.

Ambos son agrónomos y viven en la comunidad Chivo del municipio de Taraco, ubicada a 79 kilómetros de La Paz, en las riberas del lago Titicaca,  a donde la Red Ambiental de Información (RAI) llegó a finales de marzo de este año. 

Esa tecnología, la carpa solar, les permite contar con vegetales y verduras para enriquecer su dieta diaria familiar. Afuera tienen cultivos de papa y quinua, principalmente, para complementar su alimentación.

Estos jóvenes agricultores cuentan que sembraron papa a mediados de diciembre del año pasado, más tarde de lo usual porque las lluvias se “han retrasado”.

“Antes, los productores sembrábamos en noviembre, sí o sí, porque había lluvia, pero ahora no, pues, tenemos que esperar la lluvia para sembrar”, cuenta Gladys.

“Desde el año 2006 tenemos problemas. Ha ido avanzando la escasez de agua. Sería como 14 años que estamos con el problema de que no hay agua”, añade.

El proyecto gubernamental Mi agua llegó a Taraco, pero solo para consumo humano. No es para el riego ni para el ganado, por eso los pobladores habilitaron pozos y q’otañas (un sistema de cosecha de agua de lluvia).

En el último año, la sequía fue tan severa que secó los pozos. “Teníamos aquí cerca un pozo, pero ya se ha secado. Recién lo hemos vuelto a tapar. Se ha desaparecido poco a poco”, cuenta la agricultora mientras nos muestra el lugar donde aún queda un orificio poco profundo.

Para regar sus cultivos que tiene en la intemperie y los de su carpa solar usa el agua de una q’otaña que está a varios metros del lugar.

Gladys Mamani cree que su pozo se secó porque hay mucha gente haciendo lo mismo.

¿Cómo afecta esa disminución de las lluvias, esa sequía, al lago? Mamani responde que eso está provocando la desaparición de especies nativas como la totora, una planta acuática que usan como forraje para el ganado.

Eso significa un gran problema para esta población que tiene vocación lechera. Una parte de su producción de leche la venden a la empresa PIL y otra la destinan a la elaboración de queso.

Pero el otro problema es la afectación al ecosistema. Ya que según explica la agricultora, la disminución de la totora provocó que los peces pierdan su alimento, pues allí tenían microorganismos, y ella cree que esa sería la razón por la cual migraron a otro hábitat en busca de alimento.

Y así se hace una cadena de perjuicios económicos. No solo los pescadores deben buscar otras actividades para generar ingresos para su sustento. Al bajar el número de pescadores, también disminuye la demanda de botes.

La familia de Gabriel Arratia, que vive en la isla Suriqui, también se vio afectada por la sequía. En su comunidad fabrican botes, no solo deben paliar el problema de la falta de madera, ahora también con la disminución de la demanda de su trabajo.

En sus recuerdos aún está presente la poca lluvia caída este año. 

Hay poco mauri y karachi, lo más seguro son las truchas de los criaderos.

LO QUE NECESITAN

Para la agricultora Mamani lo más urgente es que les doten de agua para riego. Su economía no le alcanza para instalar un sistema de riego. 

Asimismo, Apaza afirma que el agua llegaba a un metro y 20 centímetros en donde ahora es su casa, pero que con el cambio climático  desapareció. Observa que la gente se está instalando donde antes había agua.

Las aves también se fueron, las pariguanas (flamenco andino) y las gaviotas que antes comían peces. “Sacaban los pejereys, el karachi y el mauri. Ahora están desapareciendo porque ya no tienen dónde hacer sus nidos, como antes en los totorales”.

EL EFECTO EN DOS PAÍSES

Dos millones de peruanos y bolivianos viven en las riberas del lago Titicaca, compartido por Bolivia y Perú. Es un territorio que tiene varios problemas, el principal es la contaminación que proviene de las poblaciones que están en su ribera, que descargan sus desagües en los ríos que terminan en el Titicaca.

A ello, ahora se suma la sequía, los problemas climatológicos. 

Sobre el tema, RAI habló con Juan José Ocola, presidente ejecutivo de la Autoridad Binacional del Lago Titicaca (ALT), quien recordó que la sequía más importante se dio en 1943. El agua bajó seis metros del promedio normal de 3.809 metros. “Fue una catástrofe increíble, en todo el sistema se perdió más de 100 millones de dólares”, recuerda.

La escasez de lluvias ha disminuido el nivel del agua del lago Titicaca y si esto afecta a toda la cuenca habrá un grave impacto para Bolivia y Perú. “Al parecer esta cota ha empezado a disminuir en los últimos diez años y no se está recuperando”, dice a la RAI.

“En el altiplano peruano y en el boliviano, la agricultura es de secano, es decir, depende de las lluvias, lo mismo que la ganadería, si no hay pasto hay sufrimiento del ganado,” dice Ocola.

Durante 2020, la ALT ha recibido mensajes de la población respecto a la preocupación que tiene frente a una posible sequía, y los datos indican que el lago no está recuperando su nivel normal. “Nos debe llamar la atención”, setencia Ocola.

LOS CIENTÍFICOS ANUNCIA UN ESCENARIO PREOCUPANTE

En enero se publicó el estudio “El impacto del cambio climático en las sequías en las cuencas del lago Titicaca, el río Desaguadero y el lago Poopó (sistema TDPS) dentro de la región del Altiplano” elaborado por científicos bolivianos y peruanos, en donde analizaron los diferentes tipos de sequías: meteorológicas, agrícolas e hidrológicas, a partir de los índices de precipitación estandarizada, humedad del suelo estandarizada e índices de escorrentía estandarizados, respectivamente, los dos últimos estimados a partir de un modelo hidrológico.

En escenarios de aumento de la temperatura media de hasta 3°C y cambios de precipitación espacialmente diversos, las condiciones meteorológicas, agrícolas, y las sequías hidrológicas se volverán más intensas, frecuentes y prolongadas en la mayoría de los TDPS.

También se prevé un aumento significativo de la frecuencia de sequías agrícolas e hidrológicas de corta duración (duración de 1 a 2 meses). La disminución esperada en la precipitación anual y el mayor aumento de la evapotranspiración en el TDPS del sur se combinan para producir aumentos proyectados más grandes en la frecuencia e intensidad de las sequías agrícolas e hidrológicas en esta región.