Rolando Gamarra, el periodista que ‘no tenía días malos’ y profesaba la empatía
El reportero deportivo falleció a los 77 años dejando un legado en la educación y el periodismo. Su calidez y su calidad humana son reconocidas por quienes lo conocieron.

El hombre que no tenía días malos, aunque sí los tuviera. El de la sonrisa amena y las palabras precisas. El maestro de muchos en la escuela, en el periodismo y en la vida. El que era querido por todos los que lo conocían. Así es recordado Rolando Gamarra Urízar, quien falleció a los 77 años dejando un legado que traspasa su profesión como profesor y su vocación como periodista.
Pocas veces se conoce a una persona que reúna tantos afectos en cada una de las áreas a las que se dedicó en vida. Pero Gamarra es esa excepción. “Él era campeón de la empatía porque se relacionaba fácilmente con todos, tenía un trato amable, era su manera de ser, un atributo que tienen pocos”, describe el periodista Moisés Revollo, íntimo amigo de Gamarra por más de 40 años.
“Pablo Fuertes” o “Palomita blanca”, como era conocido por sus más cercanos, destacó por su labor profesional como periodista deportivo y maestro, pero, sobre todo, por su valor humano.
“Era una persona que se entregaba a todos. Nadie puede acordarse de que haya tenido un mal día. Siempre estaba de buen talante. Siempre fue respetuoso y todos se acuerdan de eso”, asevera Revollo.
Como algunos amigos dicen, Rolando Gamarra era de aquellos cochabambinos que nacen donde quieren. Si bien su origen era Chuquisaca, en Cochabamba forjó la mayor parte de su carrera y su familia.

Estudió en la Normal de Sucre la materia de Ciencias Químicas y Biológicas, y se desempeñó en las aulas del Liceo Bolivia, en el turno tarde, por más de 30 años. Es así que compartía su tiempo con su otra pasión: el periodismo, ya sea radial o impreso.
Sus inicios periodísticos fueron en la radio Loyola, en Sucre. A su llegada a Cochabamba, por invitación de René Villarroel, se incorporó al programa ‘Performance’ con Renán López Echeverría, primero por radio El Sol, después por radio Cosmos y luego Nacional, durante muchos años.
Si bien Gamarra tenía una vocación nata por el periodismo, su pasión era cubrir deportes. Moisés Revollo recuerda que se conocieron mientras hacían las coberturas diarias.
“La mayoría de nuestra época somos (periodistas) empíricos porque hemos hecho esa actividad desde niños”, dice Revollo.
Algo que destaca de su amigo es que, pese a tener varias oportunidades de asumir puestos más altos en su trabajo como periodista, Rolando elegía seguir en las canchas porque le gustaba el contacto cercano con las fuentes y la noticia. Además del fútbol, también le gustaba deportes como el básquet y el automovilismo.
Gamarra también destacó en el periodismo impreso. Fue editor de la sección Deportes de OPINIÓN, donde fue mentor de varios periodistas que trabajaron con él.

“Como buen profesor, tenía cariño por la gente joven. Tenía la pasión de enseñar, dar confianza, por eso era muy querido”, cuenta Revollo.
Hace unos meses, OPINIÓN le entregó un reconocimiento por su aporte a este medio de comunicación y a la sociedad en general. En aquella ocasión, Gamarra aprovechó para alentar a los nuevos profesionales a que lleven la ética como bandera en su labor diaria y afiancen su compromiso.
También recibió los honores de diferentes instituciones, como la Alcaldía de Cochabamba y el equipo Wilstermann, entre otras.
Gamarra era un apasionado por los equipos de fútbol, tenía varios predilectos. Sin embargo, siempre mantenía el equilibrio a la hora de informar sobre los acontecimientos deportivos.
El programa ‘Memorias que perduran’ resaltó que Gamarra se adaptó a una serie de cambios tecnológicos a lo largo de su carrera. Desde las cintas, el casete y el CD hasta la inmersión en el mundo digital de las redes sociales, siempre se esforzó por estar preparado para informar de la mejor manera. De hecho, luego de jubilarse siguió vigente en el medio periodístico informando y dando consejos a quienes ejercen la profesión.
Gamarra fue presidente del Círculo de Periodistas Deportivos de Cochabamba y parte del directorio del Sindicato de la Prensa, donde destacó por su lucha por el respeto a la libertad de expresión.
En una entrevista en ‘Memorias que perduran’, Gamarra contó que tenía la ilusión de crear un museo de la prensa “recuperando pertenencias de los periodistas fallecidos, que disponen de máquinas de escribir, libros, recortes de periódicos, fotografías, grabadoras, micrófonos y otros instrumentos que usaron en su trabajo y que pueden constituir una especie de archivo que las nuevas generaciones puedan apreciar”.
Y ese cariño que el periodista despertó en su labor es solo una muestra del amor que tenía por su familia. Gamarra se casó con Teresa Flores con quien tuvo cuatro hijos: Boris, Fabiola, Claudia y Marcelo, quienes forjaron, al igual que su padre, exitosas carreras profesionales.
Cada vez que Rolando se refería a su familia, los ojos se le iluminaban y brotaba el orgullo y amor que sentía.
Fueron también ellos quienes sufrieron los estragos del cáncer que atacó sin consideración a Gamarra. Pero, aunque la enfermedad fue cruel, no mermó su calidez hasta el final, aquella que solo despertó amor en quienes lo conocieron y que mostraba que se puede sonreír en los días no tan buenos.