LECTURAS SUTILES
Reflexiones fenomenológicas. Psicología de la libertad
La microfísica del poder, el control de los cuerpos y las mentes por la fuerza de lo masivo y las tendencias globales subsumen a las personas de manera eficiente y generalizada, mostrando un escenario que, a la mayoría, le parece ya de normalidad social. Todos deben estar conectados y supeditados a la influencia del discurso que transmiten las nuevas tecnologías y las redes sociales. Las tendencias no solo predominan, dominan. La conectividad tecnológica es un éxito, la conexión humana un verdadero fracaso.
El hombre, en su condición finita, menciona Sartre, tiende a pensar que el poder de la ciencia y la tecnología le otorgarán una libertad absoluta sobre sí mismo y sobre el mundo, subestimando la reflexión individual, la conciencia crítica, el análisis lógico y la autonomía de pensamiento. La acción del pensamiento reflexivo no es una práctica y ejercicio habitual, tiende a desaparecer como muchos usos y costumbres.
La auténtica libertad está en la aplicación del saber, el conocimiento, la genuina información procesada, sometida a un pensamiento crítico, porque al poder se lo enfrenta con saber, que no es otra cosa que poder y, aplicado a la realidad, lo es mucho más. Recuperar la libertad del hombre supone recuperar su origen, su propio ser. Las referencias materiales, culturales y tecnológicas no tienen constitución propia, son objetuales. Quienes le otorgan esa significación y valor somos nosotros, las personas, los actores sociales, ese es un poder real y no solo un mecanismo de sometimiento social e ideológico.
Una personalidad no se construye sobre un modelo previamente diseñado o un propósito preciso, porque es el ser humano quien elige emprender tal proyecto. El mundo, en palabras de Jean Paul Sartre, nos obliga a superarnos, a reaccionar a ese permanente constreñimiento y normalización de lo impuesto a través del pensamiento, el uso de la razón y la trascendencia; no a la indefensión o pasividad indeterminada acrítica. Por ello, la vida no tiene un significado a priori, el significado y valor de la vida lo elije uno mismo.
Estamos condenados a ser libres, no hay esencias predeterminadas. En última instancia, la esencia de un individuo, su pensamiento es y debe ser definido por el propio individuo, a través de cómo esa persona crea y viva su vida. Por esto el hombre es un proyecto que se tiene que vivir subjetivamente y en ese sentido es totalmente diferente a otras realidades que también existen. En este contexto cobra mayor sentido la dualidad libertad-poder.
Si el hombre es un proyecto propio a realizar, el mismo se debería constituir en el responsable total de su existencia y todo lo que implica tal proceso, considerando sus decisiones y consecuencias. Pero queda claramente manifiesto que, para muchos, es mejor que todo siga así como está, porque al fin de cuentas, la libertad tiene un precio muy alto, y es la responsabilidad.
“Al final yo soy el arquitecto de mi propio ser. Mi propio carácter y destino. No sirve de nada aparentar lo que podría haber sido. Porque yo soy lo que he hecho y nada más”, Jean Paul Sartre.