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  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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Meat Loaf, un murciélago en el infierno

Luis Darío Salamone, Psicoanalista.
Luis Darío Salamone, Psicoanalista.
Meat Loaf, un murciélago en el infierno

SEGUNDA PARTE

Sin embargo, y contra todos lo pronósticos, decidió volver al ruedo, “tener un problema de ego es peor que empezar de cero”, aseguró. De llenar estadios pasó a tocar en universidades y pequeños clubs. Sacó cuatro discos, algunos ni se publicaron en Estados Unidos. 

Cuando volvió a juntarse con Jim decidieron que realizarían una secuela de “Bat Out of Hell” luego de 15 años. Con Steinman, con el cual hacían una pareja musical única, se habían separado por problemas de narcisismo aseguró Mea. El compositor, mientras tanto, le dio temas a otras músicos que pudieran haber sido de la banda. Entre ellos “Haciendo el amor” (Making Love) a Air Suply y “Eclipse total del corazón” (Total eclipse of the hearts) a Bonnie Tyler, que obtuvieron el segundo y el primer puesto en la lista de temas de 1983. Nirvana y Pearl Jam habían sacudido el ambiente musical. Ni siquiera sus amigos tenían demasiadas expectativas con el retorno de la pareja musical. Sin embargo, el tema principal del disco se convirtió en número uno. 

Jim había compuesto un tema sobre el colapso nervioso de Meat: “Back into hell”, lindo nombre para el título del álbum. Jim prefirió “Bat out of hell II”, “¿Recuerdas cuando salió aquel primer disco? Bueno, allí es donde vas otra vez”, le dijo.  La hermosa canción "Haré cualquier cosa por amor” (I'd Do Anything for Love) hizo que le otorgaran el premio Grammy a la mejor interpretación vocal de rock solista en 1994; el tema se mantuvo en lo más alto del Reino Unido durante 7 semanas y fue número uno en 28 países. 

Meat, lejos de estar feliz con su éxito, se sentía sofocado. Si algo le molestaba es que lo consideraran una estrella. Comenzó a tomar alcohol y drogas. Los problemas económicos se hacían cada vez mas serios. En una entrevista nos habla acerca de la función que tuvieron las sustancias tóxicas en su vida: simplemente le sirvieron para destruirlo todo. Podía tomarse una botella de Jack Daniels antes de un concierto en Philadelphia y, al salir, arrojar las bases de los micrófonos a la audiencia enardecida. Él mismo recordaría esa época como bizarra, como muchos momentos de locura. Podía despertar en algún lugar cuatro días después, sin tener ni idea de lo que había hecho. Esa errancia era producto de quedar condenado a la dictadura del objeto en tanto plus de goce. Las sustancias tóxicas suelen ser protagonistas en esos días perdidos. 

Decían que no podía con la cuestión del consumo, pero Sam Ellis, su manager, aseguraba que no tomaba tantas drogas, que su problema era el éxito. 

A partir de llegar a la cima, comenzó a rondarle por la cabeza la idea de quitarse la vida. Sus compañeros de banda sabían dos cosas:

1. Antes de un show debían apartarse de él, “era como un toro antes de salir a la arena”. Podía hacer cosas extrañas como patear sillas de metal. 

2. Luego del show, en el cual terminaba exhausto, era común que se desmayara, por lo cual había siempre un tanque de oxígeno preparado. Sus músicos ya habían naturalizado estos episodios. Él estaba tirado, clamando por aire, y los miembros de la banda que pasaban por al lado simplemente le decían: “Buen show Meat, nos vemos”.

En un recital en Atlanta su corazón se detuvo. Cuando despertó vio a una chica de blanco y él, que era un murciélago en el infierno, pensó que había llegado al cielo. 

En cuestión de meses pasó de ser una estrella a estar en bancarrota.

Continuará…