Opinión Bolivia

  • Diario Digital | miércoles, 29 de marzo de 2023
  • Actualizado 00:47

Julio César Pardo, el coleccionista de bicicletas antiguas

El hombre tiene al menos ocho bicicletas de marca inglesa, alemana y sueca. Su afición comenzó cuando era niño gracias a su abuelo y su padre. 

Julio César Pardo, el coleccionista de bicicletas antiguas. NOÉ PORTUGAL-CORTESÍA
Julio César Pardo, el coleccionista de bicicletas antiguas. NOÉ PORTUGAL-CORTESÍA
Julio César Pardo, el coleccionista de bicicletas antiguas

De forma casual, hace un año llegó a las manos de Julio César Pardo Fuentes una bicicleta clásica. Poco después   descubrió que era la más antigua de Bolivia y que bordeaba los 100 años. Sin embargo, esa casualidad no fue del todo fortuita, ya que él es fanático de estos vehículos de dos ruedas desde que era niño y alberga en su poder al menos 10, de todos los estilos y modelos. 

El Grupo de Bicicletas Clásicas Cochabamba fue el encargado de organizar la búsqueda de la bicicleta más antigua del país. Luego de revisar alrededor de 1.500 postulaciones se dio con la reliquia de Pardo, una Hércules proveniente de Inglaterra, que data de los años 20 del siglo pasado. 

La bicicleta llegó desde Tarija a Cochabamba. “Yo la compré por el tamaño, porque es bastante alta. Era algo poco usual, que ya no se ve ahora. Investigando supe que era bastante antigua, pero no tenía plena certeza, pensé que era de los años 30, o un poco más nueva”, cuenta. 

La altura fue lo que terminó de convencerlo para adquirirla: mide 1.20 metros hasta el manubrio. Entre otras de las características de esta antigüedad es que tiene los frenos invertidos, un sello de la marca en el cuerpo y la cadena tiene un tornillo en vez de una chaveta. “Tenía letras en la cadena. Limpiando bien pude comprobar que sí era inglesa y original. No la usaron mucho, ha debido estar guardaba”, comenta.

Una vez que tuvo la bicicleta en sus manos, Pardo se dedicó a repararla ya que, debido a sus décadas, tenía algunas piezas dañadas y no se podía manejar, aunque conservaba su esencia original. “La tengo protegida, bajo techo. Es una reliquia”. 

Pardo, de 66 años, participa activamente del Grupo de Bicicletas Clásicas Cochabamba y concurre a caravanas ciclísticas, como el Paseo de la Alameda. “Yo soy amante de las bicicletas, me gustan mucho”, confiesa.  

UNA AFICIÓN POR GENERACIONES 

El primer contacto de Pardo con uno de estos vehículos de dos ruedas fue cuando tenía solo cinco años, luego de ver la bicicleta de su abuelo y la de su papá, que era una Rudge.

Un tiempo después, se mudó de San Benito —donde vivía con su familia— hasta Cochabamba para iniciar la escuela. A los ocho años, su papá le compró una bicicleta, era una Hércules de la década del 60; ahí comenzó su pasión.  

“Antes no era tan peligroso. En esa bici iba por todos lados, no había tanto tráfico”, comenta. 

Cuando entró al colegio, comenzó a utilizar una bicicleta Ralex Roaster, que heredó de su progenitor, y lo acompañó hasta la universidad; sin embargo, en una ocasión se la robaron de su casa. 

A lo largo de su vida, Pardo tuvo todo tipo de bicicletas, sobre todo inglesas, alemanas y suecas. Empezó con las clásicas, pero también pasó a las  montañeras o de carreras. 

También tuvo bicicletas plegables, que utilizaba cuando tenía que ir a trabajar al campo o cuando había bloqueos y era difícil movilizarse.

Cuenta que ha tenido tantas bicicletas que, con los años, fue perdiendo la cuenta, pero calcula entre 10 y 15. 

Hace unos años, volvió a renacer su amor incondicional por estos vehículos. Actualmente, Pardo tiene unas ocho bicicletas, que cuida y conserva como sus tesoros. Entre ellas están otras bastante antiguas, por ejemplo una de 1948, de procedencia sueca, con placa de Oruro, y otra, de marca Monark, de 1945. Todas están operables, pero prefiere resguardarlas. Tiene separada una que maneja casi a diario, sobre todo desde la pandemia.

Julio César está jubilado, luego de trabajar en diferentes rubros, como en el sistema bancario y la construcción. Ahora se dedica a sus hobbies, que son las bicicletas y la mecánica, ya que también le gustan los autos y las motos. Además, comparte tiempo con su esposa y las tres hijas de ambos: María Alejandra, Juliana Patricia y Carla Andrea. 

Un amor que comenzó cuando era solo un niño, se fue interiorizando tanto hasta convertirse en parte esencial de su vida. Pardo busca seguir coleccionando estos vehículos y disfrutar de su afición. “La bicicleta siempre ha sido mi compañera”, finaliza.