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  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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Jane Campion, la directora que reivindica la igualdad en el cine

Fue nominada en dos categorías en 1994 y, 28 años después, logró su segundo Oscar; el primero a la mejor dirección. La neozelandesa afirma que su estatuilla permitirá abrir puertas a otras mujeres. 
Campion durante el rodaje de “El poder del perro”. HARPERSBAZAAR-INSTAGRAM
Campion durante el rodaje de “El poder del perro”. HARPERSBAZAAR-INSTAGRAM
Jane Campion, la directora que reivindica la igualdad en el cine

En 1994, la directora neozelandesa Jane Campion se alzaba con el Oscar a mejor guion original por “El piano” y hacía historia estando nominada, también, a mejor dirección. En esa misma temporada de premios, la película obtenía la Palma de Oro de Cannes y el Premio César a la mejor película extranjera. El clímax de una carrera que apuntaba al éxito desde sus inicios y no quedaría ahí... Después de 28 años la Academia pagó su deuda y se convirtió en la tercera mujer de la historia en ganar la mejor dirección con el western “El poder del perro”. 

"Estoy orgullosa de haber ganado, por mi película, mi equipo y mi reparto, pero también de ser otra mujer que va a ser seguida de una cuarta, una quinta, una sexta, una séptima y una octava. Estoy muy emocionada porque ahora esto se mueve rápido. Lo necesitamos. La igualdad importa", explicaba luego de recibir su estatuilla. 

Nacida el 30 de abril de 1954 en Wellington (Nueva Zelanda), Campion rechazaba seguir la senda de una familia dedicada al mundo del teatro. Desde joven desarrolló su amor por la antropología y la pintura en sus viajes por Europa y su posterior traslado a Australia. La ineficacia para desarrollar una correcta narrativa a través del lienzo provocó que, finalmente, salte a la industria cinematográfica, lo que la llevó a estudiar en la Escuela Australiana de Cine, Televisión y Radio. 

FILMOGRAFÍA ELOGIADA EN TODO EL MUNDO

En los años 80, Campion comenzó a realizar cortometrajes como “A girl's own story”, “Mishaps of seduction and conquest” o “After hours”, con los que ya consiguió la atención del Festival de Cannes y el Australian Film Institute. El certamen galo premió por primera vez a la realizadora en 1986 por “An exercise in discipline – peel”, que recibió la Palma de Oro al mejor cortometraje. La neozelandesa se convirtió así en una habitual de este festival. 

Su ópera prima llegó en 1989 con “Sweetie”, con la que conseguió una nominación a la Palma de Oro de Cannes y menciones en los Film Independent Spirit Awards y el Círculo de Críticos de Nueva York. 

Su siguiente película “Un ángel en mi mesa” enamoró también en Venecia; en la cinta se evidenció la rei-teración de importancia de la figura femenina en el cine de Campion. Una previa de lo que vendría en 1993 con el estreno de “El piano”. 

La directora volvió a repetir con largometrajes de época muy alabados como “Retrato de una dama” (1996) y “Bright star” (2006), y ofreció otras propuestas valientes: “Holy smoke” (1999) y “En carne viva” (2003). 

Campion es una cineasta que siempre ha sido  alabada por los mejores realizadores y que ahora ha dado el salto a las plataformas de la mano de Netflix y “El poder del perro”. 

Hace poco, mientras esperaba la gala final de los Oscar, habló con Los Angeles sobre su expectativa con su última película, el reto de hacer cine y su apuesta por retratar la figura masculina. 

P. En estos 28 años que han pasado entre una candidatura y otra, ¿han cambiado las cosas para las mujeres en el cine?

R. Cuando comencé a hacer películas sufrí muchas agresiones por parte de los técnicos que odiaban que una mujer joven les dijera lo que tenían qué hacer. No me volvió a pasar, pero fue muy agresivo, incluso cruel. Vamos, que ha sido difícil. No hay suficientes mujeres en la industria en general, incluso entre los críticos. Tampoco ayuda esa actitud de caridad hacia las realizadoras. De todos modos en los últimos tres o cuatro años esto va cambiando. Ya no hay que darle un trabajo a una mujer por caridad. La falta de equidad en la industria del cine ya no es acepta-ble y muchos están buscando mujeres a las que promover y apoyar. Hay un consenso de que deben haber más voces femeninas. Pero sigue siendo difícil. Soy la única que compite como  directora, y tener el 20% de las candidaturas me parece triste.

P. Llevaba 12 años sin hacer cine, ¿era algo que echaba en falta?

R. Sí, sentía que me faltaban esas dos horas maravillosas e incluso como espectadora era algo que buscaba en diferentes plataformas de internet. No siempre estaba interesada en invertir 8 o 10 horas en una miniserie. Vamos, he disfrutado de la rapidez con la que se trabaja en televisión, pero sentía la necesidad de hacer algo de una manera muy detallada y muy fina. Pero todo pasaba por encontrar un material que se conectara con mi corazón o que me tentara de una manera profunda y misteriosa. Siento que la novela logró eso en mí.

P. ¿Qué fue lo que le atrajo de "El poder del perro"?

R. Me interesó el retrato que hizo de este hombre Thomas Savage en su novela, en donde se le muestra primero como un bravucón terrible, y luego poco a poco te vas dando cuenta que esta demostración de fortaleza es una fachada y que cuando comienzas a pelar las capas de la   cebolla te encuentras a alguien que es muy vulnerable. Creo que lo presenta de una manera muy compleja, por lo que en realidad la historia, con este cuarteto increíble de personajes, trata sobre la naturaleza de la humanidad. También me gusta el retrato de Peter, un muchacho que probablemente ha sido víctima de acoso durante toda su vida y que ha ganado una curiosa fortaleza. Le vemos cómo desarrolla su deseo de proteger a su madre. Savage vivió en un mundo como el que retrata en una hacienda en Montana, con un tío verdaderamente difícil que maltrataba a su madre, y por eso yo creo que el personaje de Rose está basado en la madre de Savage, que era una mujer muy dulce, cálida y generosa.

P. Esta es la primera vez en toda su carrera que el protagonista es un hombre.

R. Sin embargo yo no creo que marque una gran diferencia que yo sea mujer. Tolstoi escribía todo el tiempo sobre personajes femeninos. Creo que lo importante es seguir aquello que despierta tu curiosidad como ser humano. En los inicios de mi carrera yo me incliné por las historias femeninas por razones políticas, porque quería ver a mujeres como yo en las historias. Había tan pocas trabajando en esta industria como directoras y guionistas que sentí que tenía el compromiso de contar historias femeninas. Gracias al movimiento de MeToo y a tantas mujeres que están contando hoy historias asombrosas, sentí la libertad de contar cualquier historia que me enamorara.