Opinión Bolivia

  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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¿Imposibilidad para el tratamiento?

Mariela A. Torres Siles
Mariela A. Torres Siles
¿Imposibilidad para el tratamiento?

La experiencia analítica es una práctica de dos cuerpos, donde existe silencio, llanto y hasta gritos. En una videollamada no se percibe de la misma manera, hay un elemento disruptivo que no tiene que ver con el tratamiento, sino con el soporte. Puede pasar que no se tenga la intimidad necesaria para hablar con el psicoanalista (el ambiente o convivencia pueden ser: departamentos, casas compartidas, residencias estudiantiles o casas propias); además, algunas familias se  encuentran trabajando desde su domicilio.

La emergencia sanitaria a raíz de la COVID-19  trajo como consecuencia el confinamiento. Actualmente, este virus permanece, ha ido cesando de a poco, razón por lo cual se han retomado algunas actividades cumpliendo con las medidas necesarias de bioseguridad. Sin embargo, en algunos rubros de trabajo se continúa de manera virtual.

Entonces, ¿para el sujeto será considerado imposible no llevar a cabo una sesión presencial? Las sesiones son realizadas por WhatsApp, Skype, Zoom o diferentes plataformas. Ante esto nos encontramos con dos imposibilidades, por un lado  la conexión al WiFi y por otro, el ambiente adecuado para realizar la sesión (habitación, balcón, terraza, dependiendo de la infraestructura del hogar, etc.). Ese “lugar” que se tiene que encontrar muchas veces causa dificultades con su partenaire (pareja). 

Los encuentros virtuales hoy en día son prácticas comunes debido a la ausencia de vacuna o tratamiento frente a la pandemia. Esta modalidad viene a ocupar la continuidad a todo tratamiento de aquellos sujetos que demanden ser escuchados, hasta que el vendaval amaine.

¿Se consideraría como imposibilidad o nos encontramos limitados con la nueva modalidad? Es una pregunta que surge. El desafío es encontrar modos creativos para atravesar las limitaciones que nos impuso la pandemia. Las formas que asuman esos modos pueden marcar un nuevo rumbo para una disciplina a la que los cambios tecnológicos y las nuevas angustias e incertidumbres ponen en movimiento. Y esto  me lleva a la pregunta de la importancia del analista para el sujeto y la dinámica que desarrolla para poder  llevar a cabo la sesión en un ambiente adecuado.

¿Qué representa el analista para el sujeto con esta nueva modalidad a raíz de la pandemia? El analista es el que escucha en transferencia, el que intenta alojar aquello del sujeto (padecimiento o malestar) de manera que ese sufrimiento sea tolerable y no tenga la misma carga de goce. 

¿Qué función cumpliría la presencia del analista para el sujeto? Un analista en presencia es una representación, que opera bajo el modo de la presencia ineludible. Sin embargo, es necesario el cuerpo y el gesto del analista durante la intervención. Para otros no tiene tal efecto, necesitan otro tipo de contención, sobre todo aquellos pacientes que están en crisis de angustia.

Me gustaría terminar diciendo que, ante estas imposibilidades, surge el deseo de empezar un análisis, hablar de ese malestar que antes era tolerable y que ante el surgimiento de impedimentos como la COVID-19 tenemos estas nuevas modalidades,  que podrían ser optimas en el  caso por caso.