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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Hermanos Laredo: la idea que nació en España y se volvió una de las mejores de Latinoamérica

Manuel y Antonio son las mentes creativas detrás de Mamut, uno de los modelos de negocio verdes más exitosos de la región. Cuentan su experiencia como emprendedores y las metas que tienen para seguir expandiéndose. 

Los hermanos Manuel (39) y Antonio (37) Laredo Garnicas son las mentes creativas detrás de Mamut. NOÉ PORTUGAL-CORTESÍA
Los hermanos Manuel (39) y Antonio (37) Laredo Garnica son las mentes creativas detrás de Mamut. NOÉ PORTUGAL-CORTESÍA
Hermanos Laredo: la idea que nació en España y se volvió una de las mejores de Latinoamérica

Un viaje de estudios al otro lado del mundo fue la oportunidad para que los hermanos Manuel (39) y Antonio (37) Laredo Garnica afiancen su relación y se geste lo que, muchos años después, sería una de las empresas verdes más exitosas en Latinoamérica y el mundo, con un modelo de negocio sustentable y de referencia para grandes países.

Era 2006, y luego de que Manuel terminara su carrera de Ingeniería Industrial en la Universidad Mayor de San Simón y de que Antonio conclu-yera Derecho en la Universidad Católica Boliviana, ambos migraron a Barcelona para empezar sus respectivas maestrías. 

“Me acuerdo que nos íbamos en el bus y ahí mirábamos el mundo y hablábamos de todas las cosas que podíamos hacer en nuestro país. Desde ese momento siempre teníamos la intención de volver y hacer un cambio positivo”, describe Manuel.  

Esa experiencia permitió que pasaran más tiempo juntos. “Solo nos teníamos el uno al otro. Antes del viaje no éramos tan unidos, pero después, en el viaje, afianzamos esa visión, toda la forma en la que construimos, nos hicimos más cercanos, eso fue lo que nos ayudó a formar la empresa después”, añade. 

En aquel momento aún no tenían claro qué querían hacer, pero sí sabían que deseaban encontrar un equilibrio entre su crecimiento profesional y su aporte a la sociedad. Así nació, hace ocho años, Mamut, una empresa dedicada a   fabricar pisos amortiguantes y resistentes a partir de llantas en desuso. 

Desde que la idea de los hermanos se materializó, el proyecto innovador les permitió seguir su formación y especialización en diferentes partes del mundo, como Estados Unidos y Dinamarca. 

Antonio cuenta que un hito importante en su capacitación fue graduarse del Programa de Innovación y Emprendimiento de la Escuela de Negocios del Instituto Centroamericano de Administración de Empresas (INCAE), porque le ayudó a comprender cómo, desde su profesión, podía aportar. “Quería ser empresario, pero quería también responder a la sociedad y al medioambiente desde una forma justa y equitativa, y creo que Mamut representa todo eso. Somos una empresa que tiene que generar rentabi-lidad, pero medimos con la misma fuerza nuestro impacto social y ambiental”, asegura. 

Sin duda, la escuela que supuso crear una empresa desde cero y con las características que tiene Mamut obligó a los hermanos a salir de su zona de confort y trabajar de forma innovadora. “Hay que cambiar el chip, no debemos estar solo con nuestro terno en la puerta del Juzgado buscando problemas. Desde Mamut, el primer trabajo que tuve fue pensar en cómo evitar problemas  futuros. Ahí venía la creatividad”, añade Antonio. 

Todas las contingencias legales y corporativas de Mamut las maneja el menor de los Laredo. Mientras que el mayor está enfocado en la parte gerencial.

Al igual que los sueños de Antonio, la visión de trabajar por un país mejor fue más fuerte que la comodidad en la que se encontraba Manuel, quien, luego de terminar su maestría tuvo la oportunidad de quedarse en España, mientras trabajaba en un centro de desarrollo tecnológico para la comunidad europea. Sin embargo, eso le impedía estar cerca de su familia, así que eligió volver a Bolivia, solo antes de dar la vuelta por el mundo. 

Con 28 años tomó su mochila y emprendió su viaje durante seis meses, en los que conoció más de 20 países. “Yo fui de mochilero. Me acuerdo que mi papá me decía ‘¿Te vas a volver sin un peso?’ y yo le decía ‘sí, ¿qué harías si tuvieras mi edad?’”, recuerda Manuel.

SOCIEDAD Y FAMILIA

Los problemas son parte de la aventura de emprender, sobre todo si se trata de hacerlo en familia. Sin embargo, la distribución igualitaria de poder y la asignación de roles les ha permitido a los hermano mantener la armonía en la empresa. 

Manuel recuerda que ambos dejaron sus trabajos para cumplir su sueño de convertir a Mamut en realidad. “Hace ocho años, decir que harías pisos de basura era una locura. Luego, decirles que lo querías exportar más aún”. 

En las diferentes experiencias que vivieron en el exterior comprendieron que, pese a que Bolivia tiene limitaciones, el objetivo es crear lo que hace falta y mostrar la capacidad que hay en el país. “Siempre creímos que teníamos la oportunidad de hacer un cambio y que teníamos ese deber. Yo, por ejemplo, soy de San Simón y la universidad, el Estado, la gente ha pagado mi estudio. Entonces, yo creo que nosotros tenemos una deuda que pagar a la sociedad”, asegura Manuel. 

Luego de tener posicionada la empresa, otro de los retos fue aprender a manejar sus tiempos para estar con sus familias. Manuel afirma que es bueno tener “rocas”, es decir, momentos específicos fuera del trabajo para compartir con su entorno.

Y así lo hacen ambos ahora que formaron sus propias familias: Manuel con su esposa Marcia Hinojosa y sus tres hijos, Maya (7), Mariano (3) y Maximiliano (1); y Antonio con Alejandra Canizares y su hija Adele (4). 

EXPANDIR EL MODELO

“La innovación de Mamut no es el producto como tal, es el modelo de negocio sostenible”, sostiene Manuel. 

Los dos hermanos aseguran que hay que tener la capacidad de ver más   allá del entorno y apostar por los retos, sin tener miedo al fracaso. “Uno de los logros más grandes es haber soñado que podíamos hacerlo”, afirma el mayor de los Laredo. 

Bajo esa lógica ambos siempre buscaron lograr sus objetivos aunque eso supusiera fracasar antes. Romper la barrera de la perfección les ayudó a conseguir sus metas. 

Fue un año lleno de actividades para Mamut. Hace poco abrieron su nueva empresa en Paraguay junto con su socio Ronald González. Antonio se encargó de todo el proceso, que tuvo muchas barreras en el camino, pero que, al final, se concretó con éxito. “He rotó la forma en la que pensaba y he tenido que ver cómo se crea una empresa en Paraguay, qué regulaciones hay que tener y cómo son los componentes regulatorios. Siempre con esa visión del Derecho como una herramienta para construir, no tanto con una visión de conflicto. Es un llamado a los abogados para que trabajen dentro de las organizaciones y vean la forma de solucionar problemas”, asegura Antonio. 

Esos logros son posibles para todos. Según explica Antonio, la idea es absorber toda la información y experiencias adquiridas en el exterior y adecuarlas a la realidad de cada región. “Hay un mundo de oportunidades. Muchos dicen que todos quieren irse a estudiar afuera, pero nadie quiere postularse, ir a la entrevista… Otro tema es que tienen que asumir riesgos y tratar de afrontarlos de una forma positiva. El sacrificio, la disciplina, la persistencia es el 90% del camino. Nada de lo que es bueno es fácil de conseguir, cuesta mucho”, indica    Antonio.  

Actualmente, están implementando un laboratorio para crear diferentes tipos de materiales de construcción. Además, tienen el reto de generar competencias y talento para seguir expandiendo Mamut en todo el mundo. “Necesitamos que la gente crea en eso, que habrán muchos no, pero hay que convertirlos en sí”, finaliza Manuel.