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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Contribuciones a la criminología

Viviana Berger
Viviana Berger
Contribuciones a la criminología

La experiencia que llevamos adelante a través del Programa de Investigación en Psicoanálisis y Criminología, más allá de toda teorización, nos sumerge de plano, vez a vez, en un universo donde lo real sin ley de nuestra civilización retorna con una crudeza inusitada, donde, aún, el sujeto allí resiste. Las voces encarnan eso que habita el lenguaje, fuera de sentido, de la estructura, de lo social, imposible de integrarse en una cadena simbólica y sostener algún tipo de  lazo. Evidentemente, el sujeto portador de esa voz estará destinado al silenciamiento del encierro y la segregación, salvo que ese malestar pueda ser escuchado.

Los centros de reinserción alojan a aquellos sujetos en ruptura con el lazo social que, por causa de su acto delictivo, la ley ha determinado la privación de su libertad y detención en una institución cerrada que les provea un tratamiento apropiado. En este punto, el asunto exige pensar cómo el sujeto se recupera en dicho contexto del pasaje al    acto que, de por sí, implica su de-saparición, y de qué manera la institución, más allá de funcionar como solución ortopédica para la falla del propio sistema de interdicción, podría orientarse en aras de su futura reinserción.

Se pueden elucubrar ciertas hipótesis acerca de las violencias. Algunos casos hacen pensar en la emergencia de la violencia como un modo del sujeto, fallido, de constituir un Otro de la ley a través del cual rescatarse de la condición de escoria y desamparo familiar y social en la que ha advenido su existencia. Notamos que, a partir del acto criminal, la intervención del aparato judicial provee de una identificación instalando al sujeto en un sistema que interviene a la fuerza sobre su circuito pulsional en un contexto de ley que el sujeto mismo rechaza, paradójicamente el acto criminal resulta el fatídico medio que el sujeto encontró para alcanzar algún vínculo social. Habría que demostrar de qué manera la limitación del goce que ejerce la estructura carcelaria provee al sujeto de un límite para vivir. En esta línea, el psicoanálisis vía la política del síntoma, despejaría los divinos detalles favorables para la invención de nuevos arreglos pulsionales que harían posible la continuidad de una existencia y la reducción de la violencia.

Para concluir, hemos probado que el psicoanálisis puede contribuir en muchos sentidos, recuperando al sujeto en la dignidad de su palabra, especialmente en la construcción de la lógica del pasaje al acto criminal, con su escucha atenta y neutral, produciendo efectos de alivio inmediatos. Asimismo, la presencia del deseo del analista en la institución opera también en relación a la tendencia a la identificación del equipo tratante con el malestar de la civilización que atiende, elevando el relato a la dignidad del caso, renovándose así el deseo y el interés por la investigación.

Al comienzo nos preguntábamos qué acción lacaniana se puede llevar adelante en este contexto. Descubrimos que en el marco del encierro la función de extimidad del deseo del analista reduplica su potencia en contra de la inercia a la objetalización propia de estos dispositivos y de la estructura psicótica per se. Encausar un soporte en la palabra y encarnar esa Otredad que animará el decir y producirá, tal vez, efectos subjetivos, no es poca cosa. Quizás es por ese lado que el psicoanálisis está allí convidado en tanto partenaire del Otro social.

NOTA: Para cualquier consulta o comentario, contactarse con Claudia Méndez del Carpio, responsable de la columna, al correo electrónico [email protected]  

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