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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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La comunicación en los vínculos

Eva Avaca, psicoanalista especialista en trastornos de ansiedad  y trabajo con adultos mayores.
Eva Avaca, psicoanalista especialista en trastornos de ansiedad.
La comunicación en los vínculos

Para dar comienzo a esta nota creo necesario tomar como punto inicial el no clasificar a una comunicación simplemente como “buena” o “mala”. Deberíamos pensar cada vez que hablamos de comunicación en algo sumamente complejo. 

Seguramente todos recordamos aquel esquema que hemos aprendido de niños, en la escuela. Aquel que describe a la comunicación bajo algunos elementos como: emisor, receptor y mensaje. Entendiendo este esquema, podríamos suponer que con la presencia de estos componentes puede considerarse exitosa. 

Pero ahora les pregunto: ¿creen que estos elementos son los suficientes?, ¿logramos que la persona que tenemos enfrente o del otro lado de un dispositivo nos comprenda cuando le hablamos?, ¿somos claros en el momento de decir algo?

Por definición, el lenguaje no puede abarcarlo todo. Está siempre relacionado con algo que falta. Una falta existecial. En el momento de transmitir un mensaje, algunas palabras son las elegidas porque otras tantas son las que no decimos. Hablar es una permanente selección entre un mundo de vocabulario. Podemos sumar al punto anterior que quien habla está atravesado por una historia (su propia historia), desde allí elige las palabras que considera pertinentes para transmitir. 

Ahora es momento de agregar al receptor, esa persona que tiene que lograr entender aquello que le queremos decir, también atravesado por su propio vocabulario, sus creencias, su vida personal, familiar y cultural.

Si nos interesa cuidar el mensaje, es muy importante chequear la comprensión, cuidar las palabras, pensar si la otra persona nos puede seguir en el discurso. Preguntarnos y preguntar.

La falla en la comunicación puede lastimar los vínculos. Basta con citar al consultorio a un familiar o referente significativo de un paciente para darnos cuenta de que ellos no se habían entendido al hablar con anterioridad a la sesión. Ese día se escucharon, como logrando detener el tiempo para dar lugar por fin a la palabra del otro. Esa palabra que un otro quiere decir, no aquella que suponemos interpretar. Dar cosas por supuestas nos puede     hacer caer en un error.

No podemos dejar de mencionar las numerosas dificultades que trae la comunicación virtual. En los vínculos afectivos, las pantallas suelen ser frías y debemos ser creativos para pensar cómo entibiarlas. 

Y un punto más. A veces intentamos ser estratégicos y no siempre se logra el objetivo. Un ejemplo común: “Le dije eso para que se diera cuenta que… “ o “No le dije nada, para que se diera cuenta solo”. Entonces, si a lo complejo de la comunicación le sumamos estrategias personales corremos el riesgo de que el mensaje emitido y el recibido sea aún más incomprensible. 

Para terminar, los invito a que pensemos juntos: tratar de ser claros al decir y escuchar con ganas de entender puede ser un acto de generosidad y también un acto de amor.

NOTA: Para cualquier consulta o comentario,  contactarse con Claudia Méndez Del Carpio (psicóloga), responsable de la columna, al correo [email protected] o al  teléfono/WhatsApp  62620609. Visítanos en Facebook como 

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