Opinión Bolivia

  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
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‘El Visitante’, la arriesgada búsqueda de molinos gigantes de Boulocq

Una reseña de la película boliviana que acaba de ganar el premio a mejor guion en el Festival de Cine de Tribeca (Nueva York, EEUU), donde tuvo su estreno internacional
‘El Visitante’, la arriesgada búsqueda de molinos gigantes de Boulocq

El cuarto largometraje de Martín Boulocq, El Visitante, podría definirse con una palabra: arriesgado. Al parecer, el cineasta cochabambino decidió transitar por la cornisa y llenar de vértigo, en todas sus etapas, la película que estrenó el pasado fin de semana en Nueva York, en el marco del Festival Internacional de Cine Tribeca (llevándose el premio a mejor guion de la competencia internacional). 

Y es que, desde la concepción de la nueva propuesta del cineasta cochabambino hasta su posproducción, parece haber una intención marcada de exigirse y exigir hasta el límite de lo posible tanto los espacios creativos como las posibilidades de producción. 

Al parecer, Boulocq se juega al todo o nada para contar una historia que de por sí ya es un reto mayúsculo no solo por la naturaleza de sus personajes, sus vaivenes o su contraposición durante el desarrollo; sino también por el contexto en el que se desarrolla un eje temático guiado por miradas contrapuestas y dualidades. Pobreza, riqueza, iglesia, cárcel, amor, engaño, familia, suspenso, todo junto y envuelto en una espiral tirada por dos estelas de música pop-criolla cristiana y la lírica de música sacra que construyen en paralelo dos contextos que van alternando su protagonismo mientras marcan el camino.  

Pero la propuesta del director de Lo más bonito y mis mejores años (2005) se convierte en una apuesta que comienza incluso en la selección de los actores principales, varios de ellos debutantes. Y se redobla cuando incluso el protagonista no es un actor profesional y es en realidad un cantante lírico en torno al cual Boulocq tejió la historia de un hombre que sale de la cárcel y que busca recuperar la custodia de su hija enfrentando a su suegro, que es un adinerado e influyente pastor evangélico; munido únicamente de su privilegiada voz, que monetiza cantando en servicios fúnebres, y su capacidad de hacer negocios incluso a costillas de la iglesia.

Por si fuese poco, El Visitante se atreve a retratar la ciudad de Cochabamba sin caer en la tentación de apelar a sus sitios más comunes, esos tan desgastados de foto postal, y describirla desde sus contrastes, desde un ida y vuelta entre sur y norte, Wayra K’asa y Las Lomas de Aranjuez, San Carlos, Alto Cochabamba, Lacma, Cerro Verde y El Frutillar o El Bosque; y ensaya una descripción que a momentos la convierte en un espacio neutro que podría ser casi cualquier ciudad de Latinoamérica. 

La cereza sobre el pastel es la elección de un formato que nos transporta a los años dorados de la pantalla chica, acompañado por una estética casi nostálgica dictada por una coloración que nos puede llevar un poco más adelante en el tiempo.

Si el mundo es de quienes se arriesgan, Boulocq viene por ese camino, pues un rodaje que debió durar solo cinco semanas se alargó por mucho tiempo más, sin contar que una de las escenas clave de la película se rodaba mientras Bolivia escuchaba en directo la dimisión de su Presidente en 2019 y la producción prefirió arriesgarse a seguir filmando en un lugar alejado de la ciudad, aun cuando nadie sabía qué iba a pasar después.

Por lo pronto, todas las cartas están abiertas y van sumando los logros: una película que se estrena y es premiada en un festival en Nueva York, una historia atractiva, momentos mágicos guiados por la voz del protagonista, el retrato de una Cochabamba pura y dura, un sonido pulcro, tomas especiales de acción, una historia empática y actual, actores debutantes cuyo trabajo ya fue calificado como de alta precisión por la organización del Festival de Tribeca, y esa forma estética que de cualquier manera resulta especial. 

¿Que si vale la pena arriesgar? Solo los quijotes que siguen encontrando molinos de viento gigantes pueden saberlo con certeza.