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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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La recepción de la Escuela de Frankfurt en Bolivia (segunda parte)

Según el filósofo boliviano H. C. F. Mansilla, Según la interpretación del idealismo alemán por parte de Marcuse se diferencia en gran manera de la vieja interpretación por parte de los teóricos del Partido Comunista
La recepción de la Escuela de Frankfurt en Bolivia (segunda parte)

Herbert Marcuse 

Herbert Marcuse fue un filósofo y sociólogo germano-estadounidense. Es considerado una de las principales figuras de la primera generación de la Escuela de Frankfurt. Mansilla analiza el ensayo filosófico Razón y Revolución, que es una mirada al sistema hegeliano donde Marcuse subraya claramente el carácter de “filosofía negativa” que debe atribuírsele a la filosofía hegeliana: “La filosofía de Hegel es, en verdad, como la denominó la reacción posterior, una filosofía negativa. Está motivada originariamente por la convicción de que los hechos dados que aparecen al sentido común como índice positivo de verdad son en realidad la negación de la verdad, de modo que ésta sólo puede establecerse por medio de su destrucción. La fuerza que impulsa el método dialéctico radica en esta convicción crítica. La dialéctica que encierra está relacionada con la concepción de que todas las formas de ser están penetradas por una negatividad esencial, y que esta negatividad determina su contenido y su movimiento”. De esta manera, Herbert Marcuse toma de Hegel un aspecto de su ontología y de su dialéctica. Desde tal posición el logro de la verdad es una tarea de negación. La verdad sólo puede encontrarse en la negación, en su propia negación. 

Según Mansilla, la interpretación del idealismo alemán por parte de Marcuse se diferencia en gran manera de la vieja interpretación por parte de los teóricos del Partido Comunista. Entre otros aspectos, Marcuse comprende el idealismo alemán como teoría revolucionaria de la Revolución Francesa, como respuesta al desafío de reestructurar el Estado y la sociedad sobre una base racional, de modo que las instituciones políticas y sociales pidiesen coincidir con la libertad y los intereses del individuo. El mundo ha de llegar a un orden dominado por la razón. Para Hegel, el cambio decisivo que la Revolución Francesa representó para la historia consiste en que el hombre llegó a confiar en su espíritu y emprendió la tarea de someter las condiciones imperantes a los principios de la razón. Entonces, el fundamento epistemológico que traza sobre la razón es, en su más profunda esencia, contradicción, oposición, negación, en tanto que la razón no es aún real. Si la fuerza de contradicción, de oposición, de negación de la razón se reprime, la realidad se mueve según sus propias leyes positivas y desarrolla su fuerza represiva sin estorbo del espíritu. Marcuse toma este aspecto negativo de la filosofía hegeliana y reconoce también el carácter positivo de la filosofía hegeliana. 

En todo caso, Mansilla considera que el intento de Marcuse por demostrar que la obra de Hegel es incompatible con la ideología fascista, finaliza con una observación sobre la tan discutida glorificación del estado por parte de Hegel. “Ahora bien, éste sólo aprobaba el estado mientras fuese razonable, esto es, mientras fomentase la libertad individual y el desarrollo de la humanidad. Por otra parte, las ideologías fascistas son ejemplares en cuanto a la supresión de la razón y de la libertad individual como norma. La teoría política de Hegel la idealizaba como personificación de las conquistas eternas de la revolución francesa. El estado fascista, por el contrario, expresa la situación histórica en la cual las mismas conquistas ponen en peligro el mantenimiento de la sociedad burguesa. Este estado se ha convertido en un campo armado al servicio de aquellos intereses que han sobrevivido a la lucha de la competencia económica”.          

Para terminar el breve recorrido propuesto por H. C. F. Mansilla, conviene señalar que, el arribó de las ideas de la Escuela de Frankfurt a Bolivia –en la década de los años setenta–, tuvo una escasa recepción académica, ya que la presencia de Horkheimer, Adorno, Marcuse, Fromm, Habermas, Neumann, Löwenthal, Benjamin, Pollock, no influyeron en las concepciones “cementadas” del sector universitario y académico, puesto que la intelectualidad progresista se encontraba encandilado e inspirado por teorías revolucionarias sumergidas en corrientes marxistas, leninistas, maoístas, a ello se suman las prevalecientes ideas del nacionalismo, el indigenismo. Por esa razón la Teoría Critica no llegó a influir ni modificar a los segmentos académicos de la Bolivia premoderna. 

A lo contrario de lo ocurre en la actualidad, la Escuela de Frankfurt alcanzó relevancia e importancia en el estudio de las ciencias sociales, y resulta familiar encontrar citas bibliográficas y estudios acerca de los representantes de la Escuela de la primera, segunda y tercera generación. En todo caso, Mansilla tuvo el mérito de promover nuevos esquemas filosóficos ajenos a la comodidad de nuestra interpretación local. A más de medio siglo de la aparición del libro Introducción a la teoría crítica de la sociedad merece una nueva relectura por haber suscitado una señera visión crítica del pensamiento alemán, que, hasta el día de hoy, es considerado un testimonio vigente por encarnar la voz directa de los fundadores de la Escuela de Frankfurt.