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  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
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Joan Didion, la mujer enigmática

La gran cronista del movimiento hippy y de la guerra de El Salvador y una de las precursoras del Nuevo Periodismo, autora de ‘El año del pensamiento mágico’, ha fallecido el pasado jueves en Nueva York a los 87 años a causa de la enfermedad de Parkinson.
Retrato de Joan Didion. Tomado en su casa de Malibú (California), en octubre de 1972 (i).La escritora en su apartamento de Nueva York, en una imagen sin fechar (d). GETTY IMAGES-NEVILLE ELDER
Retrato de Joan Didion. Tomado en su casa de Malibú (California), en octubre de 1972 (i).La escritora en su apartamento de Nueva York, en una imagen sin fechar (d). GETTY IMAGES-NEVILLE ELDER
Joan Didion, la mujer enigmática

Contaba Joan Didion que cuando era adolescente transcribía a máquina páginas de las novelas de Hemingway para entender el misterio de la prosa en la que estaban escritas. Fueron esta tarea obsesiva y el diario que le regaló su madre para que desahogara sus quejas lo que sin duda activó el deseo de contar lo que vivía. Es Didion (cómo escribir en pasado sobre quien está tan presente), por encima de cualquier consideración, una mirada, un estilo. Su narración, aunque esté al servicio de los hechos, aparece impregnada por una prosa literaria, austera y eficaz, algo enigmática siempre.

Esta preeminencia de su carácter en cualquier asunto que abordaba la inscribe en el movimiento del nuevo periodismo, pero su condición de mujer añadió intereses y colores a sus escritos que a otros de sus colegas les pasaban desapercibidos. Fue la Didion joven una mujer de su tiempo en un sentido estricto, alguien que supo capturar con una perspicacia inusual las distintas olas contraculturales que sacudieron la cultura americana en las décadas de los 60 y 70. Confluían en su carácter grandes aptitudes que la convirtieron en una singular reportera: la de la mujer que sabe observar, seleccionar con buen ojo los testimonios cruciales y colarse en territorios delicados de manera audaz, sin miedo. Esa falta de temor viene dada por una ajenidad a los ambientes que describe.

A pesar de su complexión extremadamente delgada, que podía conferirle una imagen de extrema vulnerabilidad, su presencia poseía algo hipnótico que la convirtió en alguien influyente para los editores de revistas y en un personaje cool a ojos del mundo de la moda. Junto con su marido, el escritor John Gregory Dunne, cultivó el mundo hollywoodiense, escribió para el cine y no perdió la ocasión de formar parte del universo cultural californiano. Ese fue su territorio durante muchos años, el escenario de un mundo salvaje, bello y al mismo tiempo en vías de extinción, cruzado en su formidable extensión por autopistas que parecen llevar a ninguna parte.

Hay en toda su prosa una sensación de inevitabilidad ante el desastre. Tal vez la expresión más relevante de esos presagios sea el libro que la dio a conocer en España, El año del pensamiento mágico, que en nuestra manía de catalogarlo todo hemos clasificado como literatura del duelo, pero que para mí constituye su gran reportaje: un estudio hondo, parco, duro, brutal, sobre una mujer que de tener anclajes en la tierra se ve suspendida en el terreno que más nos aísla de otros seres humanos, el del dolor sin consuelo.

Ajena a la sentimentalidad, proclive a lo que podría percibirse como una cierta frialdad en la mirada, Joan Didion pareció entrenarse durante toda su vida para escribir un tremendo autorretrato a través del relato de un revés trágico e inconsolable; la cronista se convierte en sus últimos años en entomóloga de sí misma, como así hiciera con los hippies californianos, los universos musicales, la droga, el desvarío. Tuvo la entereza de seguir trabajando hasta última hora. Su vida y su oficio no pueden celebrarse de forma diferenciada, porque ella fue en cierto sentido su mejor obra de arte.

Joan Didion en tres libros

La gran cronista estadounidense tardó en ser traducida al español, pero fue recibida con entusiasmo por los lectores

Andrea Aguilar/El País

Aunque fue su madre quien le regaló un cuaderno y le dijo que se pusiera a escribir, su carrera arrancó en la revista Vogue, donde la entonces joven y talentosa escritora en ciernes venida de la costa Oeste estadounidense aterrizó gracias a un concurso al que se presentó con un artículo-ensayo. Que una de las mejores prosistas de la lengua inglesa y una de las periodistas que revolucionaron la manera de ver y contar se forjase en la redacción de una revista clásica femenina no es un dato banal. Joan Didion, quien, según contó, pasó muchas horas copiando en su máquina de escribir las novelas de Hemingway para entender el ritmo de su prosa, aprendió, escribiendo los pies de foto de Vogue, el poder de la síntesis, y esa lección la llevó hasta sus últimas consecuencias. Su elegancia es igualmente legendaria.

Cabría decir que Didion es la Susan Sontag de la costa Oeste, pero de alguna forma eso sería injusto para estas dos californianas. Lo que sí es cierto es que ambas fueron reverenciadas y admiradas, solo que una alcanzó fama internacional muy pronto y la otra no llegó a los lectores en español hasta el siglo XXI, con el libro que escribió tras la muerte de su marido y que originalmente publicó el ya desaparecido sello Global Rythm Press. A esas alturas, Didion ya había escrito algunos de los textos clave para entender EE UU y la transformación que estaba ocurriendo, y también para entenderla a ella, su fragilidad, sus dudas y la fuerza de sus narraciones. Didion escribe sobre sus jaquecas y te deja sin habla, sobre su despedida de Nueva York y te emociona aunque no conozcas la ciudad, y sobre los hippies de San Francisco y logra dar con esa niña pequeña colocada de ácido que da cuenta de lo que estaba pasando. En el documental que rodó su sobrino, el actor Griffin Dunne, sobre ella cuando la escritora tenía 86 años (The Center Will Not Hold) abre esos ojos diminutos y achinados y crispa las manos con entusiasmo al recordar esa grotesca escena con la niña de los hippies: “¡Aquello era oro!”.

‘El año del pensamiento mágico’

Una noche, en su apartamento de Manhattan, en 2003, de vuelta del hospital donde su hija Quintana se encontraba ingresada con una grave infección, su marido, el también escritor John Gregory Dunne, cayó desplomado mientras cenaban. Compañero y principal entusiasta del trabajo de Didion, su pilar fundamental desde hacía décadas, juntos crecieron, escribieron, viajaron y se animaron mutuamente. Didion empezó a escribir sobre la brutal pérdida en octubre de 2004 y terminó el libro la noche de fin de año. El año del pensamiento mágico fue su primera obra de no ficción, en la que no reunía ensayos y reportajes, sino que se empeñaba en diseccionar su duelo de una forma tan cerebral y controlada que multiplicaba la conmoción que contenía su historia. Exquisita y siempre elegante, la inteligencia y el dolor se adivinaban tras cada una de las frases en las que Didion luchaba por evitar el sentimentalismo y trataba de entender lo que estaba pasando. Este libro, un hito en la literatura de la pérdida, fue llevado al teatro por Vanessa Redgrave e hizo de Didion una estrella. Fue el primer libro de Didion traducido al español. La continuación fue Noches azules, que dedicó a su hija, fallecida unos meses después que Dunne.

‘Según venga el juego’

La primera novela de Didion fue publicada en 1970 y estaba situada en Hollywood. Hoy es un clásico de la literatura estadounidense, leída en los colleges de las universidades como gran obra feminista, retrato certero de una época, la misma que en la otra costa quedó plasmada, por ejemplo, en la película Tormenta de hielo, del director Ang Lee, aunque en esta novela no hay nieve, sino palmeras y glamur decadente setentero. En el centro, está una actriz cuya carrera no acaba de despegar, eclipsada por la fama como director de su esposo. Él fue quien decidió ingresar a su hija en un centro para niños con necesidades especiales y él es quien decide sobre el nuevo embarazo. Directa y contundente, esta historia habla del vacío de unas vidas volcadas en las apariencias, de la falsedad que esconde una supuesta libertad y de la dificultad de ser mujer en un mundo que gira en torno a los hombres. Su siguiente novela, Una liturgia común, salió siete años después y vuelve a tener a la mujer en el centro, aunque en este caso son dos estadounidenses en un Estado centroamericano inventado que guarda un cierto parecido con Nicaragua. Como cronista, Didion también viajó a Centroamérica, a El Salvador, para hacer una serie de artículos que publicó en The New York Review of Books y que acabaron conformando un libro desolador, certero y brutal.

‘Los que sueñan el sueño dorado’

Esta antología de los mejores ensayos periodísticos y personales de Didion solo existe en español. El editor Claudio López Lamadrid convenció a la autora de compilar una selección nueva que incluyese textos aparecidos en otros libros y antologías suyos como The White Album, Miami, Salvador o Slouching Towards Bethlehem. El resultado es una brillante antología, un destilado de Didion que permite acercarse a una de las cirujanas que con más ahínco y talento ha sabido diseccionar y retratar la realidad estadounidense del último medio siglo. ¿Qué ha sido América? Nadie mejor que Didion para responder con esa mirada que aúna cercanía y distancia en una misma frase.