El miedo al caos

A mediados del siglo XX, Antonin Artaud, poeta, dramaturgo y actor francés, declaraba la guerra a los órganos: “no hay nada más inútil que un órgano” –señalaba.
¿Cómo hacerse un cuerpo sin órganos? Para los filósofos Gilles Deleuze y Félix Guattari el cuerpo está estratificado, está organizado por los órganos, está territorializado por estos. “¿Tan triste es no soportar los ojos para ver, los pulmones para respirar, la boca para tragar, la lengua para hablar, el cerebro para pensar, el ano y la laringe, la cabeza y las piernas? ¿Por qué no caminar con la cabeza, cantar con los senos nasales, ver con la piel, respirar con el vientre?” –se preguntan ambos.
El cuerpo con órganos es la representación del orden, de la norma, de lo que debe ser el ser según lo normalizado. Por ello, pensar con la cabeza, sentir con las manos, ver con los ojos, penetrar con el pene… es apelar a la cita del cuerpo organizado. Entonces, ¿qué implicaría desorganizarlo? La respuesta: caos.
Caos es experimentar en y desde nuestro rincón, ese pedazo de nuestro cuerpo que no ha sido territorializado o que puede ser desterritorializado; el no-ser de Fanon. Sin embargo, Deleuze y Guattari nos advierten que entregarnos por completo al caos puede llevarnos al suicidio o pulsión de muerte. En otras palabras, no es aconsejable desorganizar el cuerpo violentamente en la sociedad de la que somos parte, serán necesarias dosis de prudencia para no hundirnos completamente en el caos.
De esa manera, para evitar la pulsión de muerte, hemos de retornar a la organización de nuestro cuerpo porque, desafortunadamente, nuestra vida cotidiana se desenvuelve en una superficie que aboga por un tipo de organización del cuerpo. Por lo tanto, aunque la experimentación en y desde nuestro rincón nos permita acceder a otros cuerpos, esta no es un proceso continuo y duradero, es, más bien, parte de un inevitable ida y vuelta
No obstante, existen casos en los que el cuerpo no se entrega voluntariamente a los brazos del caos. Por ejemplo, durante la demencia el cuerpo se subsume de manera involuntaria. Pese a que coqueteamos con la desorganización de nuestro cuerpo cuando romantizamos el tema de la locura, el abandono del cuerpo a la demencia es un tipo de caos que nos lleva a perder el orden, a perder la secuencialidad que da sentido a nuestra cotidianidad… nos lleva a la muerte (eso es lo que se nos ha dicho).
El largometraje The father (2020) protagonizado por Anthony Hopkins y Olivia Colman, muestra el caos que el cuerpo experimenta cuando la demencia no le permite su retorno al orden establecido. La trama, resalta la importancia que tiene el orden en nuestros cuerpos para desenvolvernos adecuadamente en la superficie donde se registra la sociedad. En este filme, Hopkins, padre de Colman, sufre de demencia, padecimiento que desordena la vida del protagonista, lo suprime como cuerpo funcional en la sociedad, limita sus interacciones con los otros cuerpos y, lo más intrigante, altera su orden lineal temporal.
Bajo el orden lineal temporal instaurado y naturalizado, el presente que vivimos cobra sentido por el pasado que, al soltarlo, nos permite movernos al futuro. Dicho de otro modo, la organización de nuestro cuerpo depende de la secuencia pasado-presente-futuro, y su variación no es otra cosa que el desorden.
Al perder el orden lineal temporal debido a la demencia, nos abrirnos al caos que se hace presente en nuestro presente. En consecuencia, surge el miedo al desorden, a la desorganización, a lo que no podemos controlar, porque escapa de nuestras manos… escapa a nuestros cuerpos con órganos.
La paradoja radica en que el desorden que atormenta al cuerpo, en el caso del caos involuntario provocado por la demencia, es resultado del propio orden. Es decir, la demencia opera en cuanto caos únicamente en un cuerpo organizado por la secuencia lineal temporal pasado-presente-futuro establecida por la lógica del orden dominante.
¿Qué sucedería si el cuerpo no estaría organizado bajo esta lógica?, ¿cuál sería el impacto de la demencia en un cuerpo acostumbrado al caos?, ¿tendría el mismo efecto? El destino del protagonista en el largometraje The father (2020) nos muestra que los cuerpos en caos no tienen cabida en la superficie social organizada en la que nos desenvolvemos; he ahí la desesperación de Hopkins por retornar al cuerpo con órganos.
Los saberes-poderes médicos y jurídicos se han dado a la tarea de ordenar el caos. Buscan el retorno del cuerpo desorganizado a la normalidad del orden, porque el desorden –lo patológico– da miedo e incomoda, es un atentado contra la comodidad de la organización, fin último que llena de órganos a los cuerpos.
Boliviano, doctorante del programa Teoría Crítica y Sociedad Actual de la Universidad Andrés Bello, Santiago, Chile.