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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Educar al indio en la agricultura para que no se subleve: una postura de Carlos Lobatón

El miedo a que los indígenas se rebelen en contra de sus explotadores es una preocupación latente en la obra del autor
Educar al indio en la agricultura para que no se subleve: una postura de Carlos Lobatón

Carlos Lobatón Pérez, a diferencia de los anteriores intelectuales que abordaron la temática educativa con relación al indio, esgrimirá en algunos párrafos cierto temor a que los indios puedan sublevarse con una educación similar al de los citadinos; en tal sentido, él preferirá una educación en cuestiones de la agricultura para el sector indígena. Lo que afirmamos a manera de introducción se puede constatar en su ensayo intitulado: “Algunas consideraciones sobre el indio”, que fue publicada en la revista Karka (Órgano Bimestral del Movimiento Pedagógico Indigenista). Año II, Núm. 2, febrero-marzo. La Paz, 1953. Y está entre las páginas 75 a 78.     

Lobatón en su ensayo empieza revalorizando a las culturas autóctonas más sobresalientes del país. Estas culturas serían frenadas en su desarrollo por sujetos ajenos a su idiosincrasia, al respecto dice: “(…), al extremo de habar constituido en sus tiempos verdaderos organismos de civilización y cultura, tales como en la época del florecimiento aymara con su gran capital Tiahuanacu y en el Imperio de los Incas, con su capital Cuzco. Realmente han sido culturas muy avanzadas, pero aniquiladas por los conquistadores peninsulares (…)”. El uso del termino “aniquiladas” es exagerado, porque los componentes sociales y culturales de aquellas culturas no desaparecieron en su totalidad. Sus fortalezas estarán derruidas o abandonadas, pero como grupo social sobrevivieron a los embates de los conquistadores; y con ellos, obviamente, sus costumbres y sus visiones sobre el mundo; sus virtudes y sus defectos. 

En otro acápite habla sobre el idioma de los nativos sin vincular a la educación, sólo menciona: “En Bolivia, particularmente predominan los aymaras, los quechuas y los cambas de la Cordillera Real de los Andes, que habitan las regiones de los grandes llanos. Los aymaras y los quechuas tienen en realidad las mismas o parecidas características y descienden posiblemente de los mismos troncos. Sus lenguas tienen muchas semejanzas y la construcción gramatical de las frases obedece a idénticas reglas; ambas pertenecen a las lenguas poli-sintéticas (…)”. Lo que asevera no es relevante, porque no toma una postura en cuestión de los idiomas de los nativos, ya sea para utilizar o descartar en la enseñanza. 

Al margen de los idiomas de los nativos, también hace referencia a la capacidad intelectual del indio, pero con relación al de los blancos, diciendo: “Respecto a la capacidad intelectiva de los indios bolivianos en general, admiten todos los estudiosos en la materia, que ellos no desmerecen en nada de la inteligencia de los blancos y que tienen las mismas posibilidades de asimilar una cultura y de elevarse de su actual estado de degradación social en que yacen. Por consiguiente, parece averiguado que mediante una educación racional y científicamente dirigida, podría el indio ser incorporado a la sociedad civilizada actual, como elemento consciente, útil y factor de producción de gran importancia desde el punto de vista económico”.  Los indígenas para que sean incorporados a la sociedad “civilizada” de los citadinos tendrían que ser educados dentro de los parámetros de la objetividad, es decir exentos de toda subjetividad o de la emotividad; además, accederían a la educación no porque están en su derecho, sino que también serían inteligentes al igual que los blancos. 

Por otra parte, Lobatón, apelando a lo que dicen otros con respecto a la escuela única para los citadinos y diferente para los indios, comenta lo siguiente: “Hay quienes consideran, que la escuela llamada “única” que no reconoce diferencias raciales, ni de castas sociales, es la que debe hacerse cargo de la educación del indio, al igual que la del blanco o del mestizo. Otros piensan con criterio más adecuado a la orientación económica y técnica que tiene la educación moderna, que al indio hay que prepararlo para las faenas agrícolas, manuales y de trabajo material, en las que su rendimiento sería enorme y conducente a la mayor riqueza y poderío de la nación”. La disyuntiva de sus correligionarios fue qué tipo de educación era la más conveniente para los indios, puesto que se manejaba dos opciones: la primera consistía en educar al indio al igual que a los hijos de los citadinos, pero en los parámetros de la escuela única; en cambio, la segunda estuvo orientada en cualificar al indio para que mejore en la producción agrícola y ganadera.

Lobatón es partidario de la segunda opción, porque sería la más adecuada a la capacidad del indio. Su aquiescencia con una de las alternativas es justificada de la siguiente manera: “Frente a estas dos tendencias, estimo a mi juicio que sería conveniente adoptar esta última orientación, en vista de las capacidades inigualables que tiene el indio para las labores de la tierra, a la que siente devoción mística y religiosa, y, en vista de que la escuela única sólo conduciría a alfabetizar al indio, a inculcarla ideas generales sobre su desfavorable situación actual y por consiguiente a encender la chispa de futuras rebeliones en su alma contra las clases dominantes”. La primera alternativa le infunde temor, porque consideraba que una educación al igual que de los citadinos estimularía a posibles sublevaciones a los indios; por consiguiente, prefiere una educación que coadyuve en su aletargamiento, y que mejor algo relacionado con la agricultura. 

En otro párrafo trata de sostener el propósito de educar al indio en cuestiones de la agricultura con estos argumentos: “Yo pienso que dándole al indio una instrucción científica en materia agrícola y ganadera, despertando su ambición de lucro y de bienestar, como individuo y como clase, se lograría un mayor provecho para el país en general”. En otros términos, la instrucción sólo en la agricultura y la ganadería se deberían impartir ya no con conocimientos ancestrales sino con lo que estaba ligado a la ciencia, porque el indio instruido en las faenas agrícolas, que en otros rubros, sería más beneficioso para el Estado.      

Lo que se pretende para el indio en el campo educativo tendría que ser implementado y concretizado desde el Estado, al respecto sostiene: “Este es papel que debe cumplir el Estado, dotando al indio agricultor de la necesaria instrucción de las herramientas y máquinas modernas para facilitar su labor; tales como semillas, abonos, sistemas de riego, etc., etc.”. Pretender que a través del Estado se proporcione todo lo necesario para una buena producción agrícola, no deja de ser un buen deseo, porque los distintos gobiernos en los hechos poco o nada contribuyen a ese propósito. Y si, de alguna manera, tienen la iniciativa de instruir en algún manejo técnico, lo hacen deficientemente.   

Otra de las preocupaciones que le concitó fue lo referente a la exclusión del indio de la sociedad boliviana, ante este hecho afirma: “Bolivia, en estos momentos de reconstrucción integral, necesita urgentemente incorporar al indio a nuestro conglomerado de civilización social actual, a fin de hacer de ella, políticamente sólida, económicamente libre y socialmente justa”. El indio integrado a la sociedad fortalecería económica, social y políticamente al país, porque de ser un sujeto “inactivo” pasaría a algo más productivo con la agricultura. 

El miedo a que el indio se rebele en contra de sus explotadores es una preocupación latente en Lobatón, al respecto en otro párrafo menciona: “(…) no se les inculque prédicas de política levantisca y de principios de irespetuosidad hacia los diferentes grupos étnicos que viven en el país; enséñesele más bien sentimientos patrióticos y normas de respeto a las autoridades (…)”. Ante una posible actitud de rebeldía del indio, sugiere inculcar el patriotismo y el respeto a las autoridades. Lo que se pretende que haga el indio, debería ser también inculcado a través de la educación. No se debería dejar a la voluntad de cada quien. 

El indio también tenía que ser un sujeto que coadyuve al desarrollo del país, puesto que sólo de esa manera sería posible acceder a los puertos del mar cautivo, tal como expresa mencionando a otro intelectual: “Franz Tamayo al referirse al problema portuario de nuestro país dijo: ‘Debemos crecer orgánicamente, hacernos fuerte y un día por gravitación el Puerto vendrá a Bolivia’. Pero cabe preguntarse: ¿Cómo conseguir este anhelo, si la mayor parte de la población boliviana está formada por la clase indígena? ¿Acaso por ventura sería posible llegar a este grado de crecimiento sin el concurso directo del indio?”. Tamayo y su anhelo de recuperar el mar cautivo por fuerza de atracción que produciría el desarrollo del país, repercute en Lobatón; quien para efectivizar aquello, considera que es necesario capacitar y educar al indio para que coadyuve de manera efectiva en el crecimiento. 

Para terminar, Lobatón, al igual que los anteriores intelectuales, enfatiza la enseñanza de la agricultura en la educación del indio. Sin que sea la temática principal de su ensayo, el miedo a que el indio se rebele en contra de sus explotadores, al menos en dos párrafos hace hincapié en aquella situación. La actitud rebelde del indio sería inducida por algunos preceptores, y para evitar ese hecho, en su óptica, mejor sería una educación apolítica.