Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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‘Alquilamos un garaje en Sopocachi y decíamos que éramos tan pioneros como Gates o Jobs’: Gastón Ugalde recuerda a Valcárcel

Entrevista al influyente artista conceptual, que protagonizó con Roberto el dúo artístico más osado del país.
Gastón Ugalde y Roberto Valcárcel.
Gastón Ugalde y Roberto Valcárcel.
‘Alquilamos un garaje en Sopocachi y decíamos que éramos tan pioneros como Gates o Jobs’: Gastón Ugalde recuerda a Valcárcel

La Generación de 1975, aquella que trajo al país nuevas formas, lenguajes, soportes, el arte efímero, el conceptual, ha perdido a uno de sus pilares con la muerte de Roberto Valcárcel. El otro pilar, Gastón Ugalde, todavía lo recuerda. Ambos llegaron con un panorama absorbido por la tumultuosa década del 60, uno en Alemania, el otro en Canadá. Coincidieron en su retorno al país en los 70’s y el resto es historia.

Crearon la firma Ugalde-Valcárcel a la que se le atribuye la primera performance en el país, además de su presencia conjunta en las bienales de Sao Paulo y La Habana. Pero lo que realmente resalta es su insólita conexión de visiones y lenguajes que dejaron un legado. Ugalde recuerda aquellos brillantes momentos de producción, pero más aún los lazos que establecieron su amistad. 

Gastón Ugalde (La Paz, 1944) estudió arquitectura en la Universidad Mayor de San Andrés y Economía y Ciencias Políticas en la Escuela de Artes de Vancouver. Desde 1972 ha tenido más de 90 exposiciones individuales y más de 100 colectivas alrededor de todo el globo. Ha exhibido su arte en las bienales de Venecia, Sao Paulo, París y La Habana.

Tú y Roberto Valcárcel son considerados prácticamente como los fundadores del arte conceptual en el país. ¿Cómo coincidieron y cuál era el contexto artístico en ese entonces?

Para mí en particular el haber estado en Canadá y Norteamérica en los 60’s y 70’s casi que me obligaba a ser partícipe de las nuevas corrientes y pensamientos que se estaban suscitando en el arte. Hubo años muy especiales en todo sentido como el 69 en Francia o el 71, fueron años que marcaron el pensamiento universal de la cultura y el arte. Ahora que Roberto falleció, recién me doy cuenta que le llevaba una década, soy ocho años mayor que él. De alguna forma coincidimos y los dos volvimos a Bolivia en los 70’s. Fue una forma muy natural de continuar con una química que la tuvimos desde un principio, hablábamos el mismo lenguaje. Eso hizo que nuestra relación sea muy promiscua en realidad, porque trabajamos más de siete años en forma conjunta. Me acuerdo que en los 70s alquilamos un garaje en la calle Reseguín, en Sopocachi y decíamos que habíamos sido tan pioneros como Steve Jobs o Bill Gates, que trabajaron en un garaje para desarrollar sus inquietudes. La verdad es que esos años en el garaje de Sopocachi fueron muy especiales para nosotros. Logramos trabajar de forma dinámica y es cuando más producimos conjuntamente, tanto en instalaciones como en performances en La Paz, tanto en el interior como en las bienales de Cuenca, Trujillo y Lima, cuando era uno de los escenarios más importantes en Latinoamérica. Supimos lograr nuestras metas llegando a las bienales de Sao Paulo y La Habana, llegamos a firmar Ugalde-Valcárcel por primera vez una obra que trabajamos de forma conjunta. 

El cariño y la fraternidad lo hacían grande a Roberto, se lo extraña mucho. Estaba pensando en las travesuras, fuimos los primeros artistas en participar en la Fexpo de Santa Cruz, con el stand Ugalde-Valcárcel, es algo que todavía me acuerdo con mucha satisfacción, una provocación a las empresas ganaderas. Me acuerdo también que Roberto tocaba el piano muy bien, tocamos a dúo, en una acción performática en la Casa de la Cultura de Cuenca, fue una de las acciones que más nos acercó. 

¿Cómo podían entenderse tan bien para llevar a cabo obras conjuntas? ¿De qué manera se relacionaban sus visiones?

Roberto, definitivamente, por su educación, era más pensador, más filósofo, más problemático que la forma mía de expresar, soy desordenado, espontáneo e irreverente. Eso no nos distanciaba. Yo creo que Roberto siempre ha sido un filósofo, artista intelectual de una capacidad de comunicación tan importante que cuando se fue de La Paz, lo sentimos mucho los paceños porque sabíamos que estábamos perdiendo a un gran pedagogo del arte. Trabajó tantos años en Santa Cruz a través de la pedagogía del arte y es un comunicador de tanta paciencia, muy organizado, yo creo que Santa Cruz está muy agradecido con él. Nosotros lo extrañamos mucho acá.

Se les atribuye la primera performance del país con “Saludo a la democracia”. ¿Cuál de los trabajos recuerdas tú con mayor cariño?

Cuando fuimos a la Bienal de Sao Paulo en 1983, ambos con pabellones individuales. Tú sabes que la pobreza que siempre representamos en cualquier disciplina. Tuvimos la osadía de llegar a la Bienal de Sao Paulo, en el parque Ibirapuera, y no solo montar nuestras obras ahí, sino vivir unos días en el pabellón. Nos llevamos unos sleepys, comíamos, dormíamos y vivíamos ahí. Fue un momento que nos acercó mucho, muy especial. 

¿Con que imagen te quedas de Roberto?

Siempre con su simpatía y sonrisa y ánimos positivos porque Roberto no era de la bohemia. En eso nos diferenciamos, pero eso nunca le importó. La última vez que estuve en Santa Cruz fuimos a cenar yo tomé mis whiskys de más y el gozaba con lo que lo haga, me acompañaba.  Roberto tenía esa capacidad de estar conmigo todo el tiempo, no importaba el estado alterado en que me encuentre. Aquí en La Paz le hicieron un lindo homenaje en la Simón I. Patiño, hace años, donde pude verlo y después también lo vi en la exposición que hice en Manzana recientemente. Lo voy a extrañar mucho