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  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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Víctor y Magalí, bolivianos que se libraron de la muerte en Malasia

Boliviano que se salvó de la pena de muerte llega a Santa Cruz en 2019. CLAVE 300
Boliviano que se salvó de la pena de muerte llega a Santa Cruz en 2019. CLAVE 300
Víctor y Magalí, bolivianos que se libraron de la muerte en Malasia

Víctor P.V. y Magalí Sara M.C., los bolivianos juzgados por tráfico de sustancias controladas que se salvaron de la horca en Malasia.

El 10 de agosto de 2019, Víctor llegó a Santa Cruz, Bolivia. Tras una serie de gestiones legales, el joven que estuvo recluido 5 años, 9 meses y 15 días en una cárcel de Asia fue liberado y luego repatriado al país.

En 2013, el boliviano, de 30 años, fue detenido en Kuala Lumpur por llevar 450 gramos de cocaína en su estómago. Estuvo detenido por años sin saber cuál sería su futuro hasta que, en enero de 2018, un Tribunal lo condenó a la horca. Sintió que el mundo se le vino abajo y le pidió a su madre que cuide de su hijo. Su progenitora y sus hermanas hicieron todo para salvarlo y, con las gestiones del Gobierno de Bolivia, consiguieron su repatriación.

Víctor vivió en la localidad de Benilloba, en la provincia de Alicante (España), entre 2002 y 2009, cuando fue expulsado a Bolivia porque no tenía sus documentos en regla. En 2011, comenzó a trabajar sin contrato como soldador en una empresa donde tuvo un accidente y perdió dedos de la mano derecha. Su familia cubrió los gastos médicos y, ante la difícil situación, el joven volvió al mismo taller, pero el propietario prescindió de sus servicios.

Sus problemas económicos y familiares se agudizaron. Víctor no encontraba trabajo y no pudo pagar una deuda de 5.000 dólares que había adquirido con la persona que resultó ser un traficante.

El hombre no le dio más alternativa que llevar droga líquida en su estómago y, de esa manera, saldaría su deuda. Le dijo que no iba a tener complicaciones y que su viaje a Malasia iba a ser tranquilo.

Realizó paradas en Sao Paulo, Dubái y luego llegó a Malasia. Él no sabía que en ese país se aplicaba la pena de muerte por narcotráfico, según su testimonio recogido por el portal BBC News Mundo.

Cinco policías lo siguieron y lo interceptaron cuando recogió su maleta donde no encontraron sustancias controladas. Lo llevaron a un hospital y, después de dos días, el boliviano no aguantó más y expulsó la droga. Se comunicó por Facebook con su novia y le hizo conocer que había sido detenido. El 27 de octubre de 2013, su familia supo que él había caído preso en Malasia.

Desde entonces, su madre y sus hermanas buscaban la manera de conseguir su libertad y recurrieron a medios de comunicación nacionales e internacionales y al Gobierno de Bolivia pidiendo “una oportunidad de vida” para Víctor. Su caso se hizo público a principios de 2018 y las autoridades bolivianas iniciaron las gestiones primero para apelar la sentencia y luego para evitar la pena de muerte, posibilidad que dan las normas de Malasia cuando de por medio se establecen acciones diplomáticas.

En julio de 2019 y tras una audiencia de apelación que duró tres horas, el abogado defensor, Hamrul Hissam, logró que la condena sea revertida, y que Víctor sea trasladado a una celda de Migración para ser expulsado a Bolivia.

Víctor no es el único boliviano detenido en Malasia por tráfico de drogas y que se arriesgó a la pena de muerte.

DEL SUEÑO DEL MODELAJE A LA PESADILLA

Magalí Sara soñaba con un futuro como modelo, pero terminó viviendo una pesadilla. Ni bien llegó al aeropuerto de Kuala Lumpur, Malasia, fue detenida por agentes policiales que encontraron poco más de dos kilos de cocaína en su maleta. Eso ocurrió el 11 de septiembre de 2019 y, luego de casi tres años de proceso, se salvó de la muerte. En agosto de 2022 fue sentenciada a nueve años de cárcel, de los cuales ya cumplió más de la mitad considerando que el año penal es de ocho meses.

Magalí, de 26 años, fue víctima de trata y tráfico de personas. La red que la captó la obligó a cometer ese grave delito bajo amenazas de acabar con su vida y dañar a su familia. En agosto de 2019, le llegó la oferta de modelar en Asia y creyó que era la oportunidad que estaba esperando para cumplir uno de sus sueños y conquistar las pasarelas. Parecía que todo marchaba bien.

La comunicación con Julia C.K., la mujer que la contactó por Facebook, fue más frecuente. Además, el novio de su tía le habría dado más información. Él guarda detención en Chile por tráfico de sustancias controladas, según el director de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC) de La Paz, Rolando Rojas.

Julia, detenida luego por narcotráfico en Brasil, convenció a Magalí de viajar. La joven dejó su hogar, en Cochabamba, y se dirigió a Santa Cruz. Desde esa ciudad, se comunicó el 30 de agosto con su madre y luego desapareció por varios días. Nadie sabía de ella. 

Su madre reportó su desaparición el 1 de septiembre. Lo último que supo de su hija es que se encontraba en Santa Cruz. No tenía idea que Magalí había pasado las fronteras hasta el 11 de septiembre cuando una persona le pasó una llamada. Era su hija, quien angustiada le comunicó que estaba detenida en Malasia y que fue amenazada de muerte para realizar ese viaje. “¡Mami, ayúdame!”, fue una de las últimas frases que la joven le dijo a su madre antes de colgar el teléfono.

Ese día, comenzó el martirio de la mamá de Magalí. Se conoció que salió del aeropuerto de Viru Viru, Santa Cruz. Hizo paradas en São Paulo, Brasil y Dubái, Emiratos Árabes, antes de arribar al país asiático.

En una de esas paradas, un hombre, de nacionalidad africana, estaba esperándola, como estaba planeado por la red de trata y tráfico de personas. Le entregó la maleta con droga para que continúe el viaje y luego desapareció del lugar. 

La boliviana siguió la ruta por temor a que le hagan algo a ella o a su familia. Los tratantes estaban detrás de cada paso que daba. Julia dio las instrucciones a Magalí para que el paquete llegue con éxito a su destino, pero su víctima fue capturada por los agentes policiales en Kuala Lumpur.

LA CAÍDA DE UNA CAPTORA

Julia C.K., de 23 años, es parte de una red internacional de trata y tráfico de personas. Ella estuvo antes recluida por tráfico de sustancias controladas en Brasil.

El 1 de agosto de 2022, Julia fue aprehendida en Llallagua, Potosí. La Policía estaba buscándola desde que retornó de Brasil, donde consiguió medidas sustitutivas por tráfico de drogas. Ahora, la justicia determinó su reclusión preventiva por trata y tráfico de personas. Ella se acogió al “derecho al silencio”. Su testimonio sería valioso para desbaratar la red de trata que operó o continúa haciéndolo en Bolivia y otros países.

Según las investigaciones policiales, la red que captó a Magalí es una “asociación delictiva intercontinental” con casa matriz en Mozambique, África. Su principal mercado es India y Tailandia. 

Del informe técnico de análisis de tráfico de llamadas, la Policía estableció que la víctima y su captora se comunicaron telefónicamente. Detectaron un código postal de Mozambique.

PERFIL DE LAS VÍCTIMAS

Personas de bajos recursos y con inmensa necesidad económica. Los narcotraficantes suelen aprovecharse de la vulnerabilidad de hombres y mujeres y los convencen de llevar droga, incluso a países donde se castiga el narcotráfico con pena de muerte como Malasia y Sri Lanka, a cambio de dinero.