ALGUNOS TESTIGOS CUENTAN LO QUE VIERON Y OYERON
Drogas, deuda y ajuste de cuentas rodean muerte de Orlando

Otro asesinato a sangre fría sacudió a Cochabamba. La cámara de vigilancia de un negocio privado grabó al asesino de Orlando Q.M., quien recibió dos disparos de arma de fuego, cuando descendía del vehículo de la víctima en la rotonda de Villa Obrajes, a la altura del kilómetro 14 de la avenida Barrientos, en Sacaba.
El crimen ocurrió a plena luz del día, en una avenida principal y concurrida, y en una zona comercial. Narcotráfico, deuda y ajuste de cuentas podrían ser los móviles del asesinato de Orlando, de 45 años, según las investigaciones preliminares. Su muerte se dio en similares circunstancias al de Jhonny F.C., el hombre que recibió tres impactos de bala (dos en la cabeza y uno en el antebrazo), mientras estaba en su camioneta estacionada debajo del distribuidor vehicular Beijing y Blanco Galindo, hace 61 días.
Orlando se encontraba con su cónyuge y un conocido, quien sería el hijo de su socia, en su movilidad, con placa 4275 UFG con radicatoria en El Torno, cuando comenzó una discusión, el miércoles 22 de septiembre. El asesino, que iba sentado en el asiento trasero del vehículo, sacó su arma de fuego y le disparó dos veces por la espalda (una en el omoplato y otra, con orificio de salida, a la altura del abdomen).
Los tiros se registraron tras que la movilidad girara la rotonda, y se pusiera en el carril que dirige al municipio de Cochabamba. A las 13:16, las cámaras del negocio privado captaron al autor del crimen, un joven de contextura delgada, bajando del auto de la víctima y cruzando la avenida hacia la plaza de Villa Obrajes. Se habría ido por la avenida Encarnación Villarroel.
Todo sucedió en cuestión de segundos. Un vecino contó que vio a un joven, con actitud sospechosa, subirse a un auto que lo esperaba casi al frente de la escena del crimen, pero no está seguro de que haya sido el asesino.
Orlando arrancó su vagoneta, mientras su atacante se daba a la fuga, probablemente para ponerse a buen recaudo, pero al encontrarse gravemente herido perdió el control del motorizado y colisionó con una cisterna de agua que estaba estacionada en un lavadero de la zona.
“La vagoneta venía a toda velocidad, como en las películas. Saltó la sequia como si nada (hueco profundo o desnivel de tierra)”, relató el propietario de la cisterna que estaba descargando agua al lavadero cuando ocurrió el hecho.
Otro testigo contó a OPINIÓN que pensó que el chofer y su acompañante estaban bajo efectos del alcohol y que frenarían antes de impactar con la cisterna. Las personas que estaban en el lavadero, ubicado a unos 20 metros de la rotonda, no oyeron los disparos, pero se percataron del vehículo por el ruido que hizo al imprimir velocidad. “No había cuándo pare”.
Algunos trabajadores de un aserradero, situado al lado del lavadero, escucharon dos disparos, los ladridos de un can y, casi de inmediato, el sonido del choque.
¿QUÉ PASÓ TRAS EL CHOQUE? Orlando aún estaba con vida. Su acompañante bajó de la vagoneta pidiendo auxilio. Los testigos, que se encontraban en el lugar, creyeron que el conductor tenía heridas por la colisión, pero su esposa les aclaró que fue baleado. No entendían lo que estaba pasando, pero quisieron ayudarlos.
“El flaco, él le ha disparado a mi marido”, dijo la mujer, según los testimonios. El asesino ha sido plenamente identificado por la cónyuge, “testigo clave”, porque era alguien que conocían y con quien se encontraron presuntamente para resolver asuntos económicos supuestamente por una mercancía que no llegó a su destino.
El chofer de la cisterna abrió la puerta del vehículo y vio a la víctima ensangrentada. Lo bajaron y pusieron al piso, mientras intentaban contratar un taxi para trasladarlo a un centro médico, pero perdió la vida antes de que pudieran conseguir uno.
Cuando todo eso ocurría, un auto, con varios ocupantes, se estacionó en la entrada al lavadero. No entendían quiénes eran o su relación con la víctima o su esposa, pero les decían “no griten, no hagan alboroto” como intentando callarlos para no convocar la presencia de otros vecinos.
Tampoco quisieron auxiliar a la víctima y llevarlo, en el vehículo en el que llegaron, hasta un centro médico. Luego, consiguieron que un taxi que circulaba por la avenida aceptara trasladar el cuerpo hasta una clínica. Lo subieron en la maletera, le cubrieron el rostro y parte del cuerpo con un poncho crema. El hospital público más próximo estaba a unos dos kilómetros del lavadero.
Al poco tiempo, la Policía se constituyó en el lugar de los hechos, donde hallaron un casquillo de bala sobre la avenida y colectaron las evidencias. Se pudo constatar que uno de los proyectiles perforó la puerta del conductor.
También se precintó el lavadero, mientras la escena del crimen era procesada por personal del Instituto de Investigaciones Técnico Científicas (IITCUP).
La esposa de la víctima prestó su declaración informativa. Según testigos, el chofer del auto que se aproximó al lugar y rechazó trasladar a la víctima a un hospital también fue conducido ante los investigadores.
Esa noche, el cuerpo de la víctima fue devuelto a la familia, después que se realizara la autopsia, para su entierro. La vagoneta se encuentra en depósito, donde realizan distintas pericias que permitan esclarecer el crimen.
La Policía colectó las grabaciones de las cámaras de vigilancia de un negocio privado próximo al lavadero y probablemente de otros más. Habría otros equipos de vigilancia en propiedades privadas, instaladas al frente del lugar donde se registraron los disparos, que hubiese captado hacia dónde se fue el asesino o confirmar si abordó un vehículo, según los vecinos.
PANORAMA POSTERIOR AL DÍA DEL CRIMEN El lavadero, donde perdió la vida Orlando, estaba desprecintado, debido a que ya se había procesado la escena, y atendía con normalidad a sus clientes.
Unas jóvenes lavaban los autos, mientras sus niños correteaban en el patio. Un día antes, el conductor de la cisterna contó que jaló a esos pequeños y evitó que sean atropellados por la movilidad de Orlando, cuando él perdió el control.
“La vagoneta venía hacia nosotros a gran velocidad, parecía esos autos fantásticos de las películas. Les grité a los niños que se levanten, mientras veía que el vehículo no frenaba. Tuve que jalar a tres niñas y los otros pudieron escapar. Si no reaccionaba el auto iba a aplastarlos (…). La cisterna también protegió la casa, de adobe, de la familia, donde estaban varias personas preparando sus alimentos. Si no hubiera estado estacionado en ese lugar iba a derribar los muros de adobe. Gracias a Dios no ha pasado a más”, dijo.
Algunos vecinos comentan lo que vieron o escucharon con cierta reserva, mientras otros prefieren no referirse a los hechos debido a que temen “meterse en problemas” considerando que la Policía vinculó el crimen al narcotráfico.
“Según información proporcionada por la pareja de la víctima, (el hecho) tendría que ver con negocios relacionados a droga. Este extremo está siendo investigado y vamos a realizar todas las coordinaciones necesarias con otros países como Chile, donde presuntamente se habría realizado este negocio”, dijo el comandante departamental de la Policía de Cochabamba, Jhonny Corrales.
El jefe policial dijo que podría tratarse de un “ajuste de cuentas”. Asimismo, el director departamental de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC), Rolando Rojas, acotó que habría existido una deuda de la víctima con sus socios y, por ello, se produjo una discusión hasta que el hijo de su socia sacó su arma y le disparó dos veces antes de darse a la fuga.
La Policía y Fiscalía están investigando los hechos con la intención de esclarecerlos. Además, realizan distintas pericias a la movilidad y teléfono de la víctima, entre otros actuados que permitan capturar a todos los implicados, material e intelectuales, en el asesinato a sangre fría ocurrido en Sacaba.