La pelota se tiñó de luto. A estas horas, el mundo del fútbol boliviano e internacional continúa despidiendo a César Salinas, el hombre que tomó las riendas de la Federación Boliviana de Fútbol (FBF) en 2018 con el propósito de devolverle la estabilidad hasta ese año quitada, tras una sucesión de hechos enmarcados por el famoso FIFA Gate y el desfile de, al menos, cinco presidentes desde 2015.

Salinas no resistió a los embates del coronavirus. Su salud se vio duramente comprometida por el patógeno, que lo mantuvo hospitalizado desde hace más de 10 días, cuando inicialmente existió la sospecha de la enfermedad en su cuerpo.

Las palabras de aliento se suceden constantemente. Clubes locales como Wilstermann y Bolívar, la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol), y la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) fueron algunas de las entidades que rompieron el silencio y lamentaron el deceso del paceño, que pereció a los 59 años.

“Mis condolencias a toda la Federación Boliviana de Fútbol ante la reciente pérdida de Don Cesar Salinas. Un inmenso abrazo a toda su familia. QEPD”, publicó el titular de la AFA, Claudio el Chiqui Tapia. También el mandamás de la Conmebol, Alejandro Domínguez, fue en esa línea. “Con profundo dolor recibí la noticia del fallecimiento de mi amigo César Salinas, presidente de la Federación Boliviana de Fútbol. César fue un hombre comprometido con el deporte y nos deja un legado de dedicación y empeño para el desarrollo del fútbol boliviano y sudamericano”.

Wilstermann, Bolívar y The Strongest atinaron a usar un listón negro en señal de duelo. Esto, en las imágenes de perfil que dichos clubes manejan en las redes sociales. Aquello, acompañado por mensajes de desazón tras el fallecimiento del hombre que asumió la FBF en abril de 2018.

Salinas se marchó, entonces, luego de haber tomado las riendas de la Federación hace tres años, cuando la tormenta causada por la seguidilla de titulares temporales provocaba inestabilidad no solo en el cargo, sino en el balompié nacional. El paceño asumió poco después del escándalo desatado por presuntos hechos irregulares dentro del llamado FIFA Gate, figura en la que se vio envuelto el también extinto Carlos Chávez, expresidente federativo, entre otros.

El paceño, que para ocupar la silla presidencial tuvo antes que comandar a The Strongest, arrasó con las elecciones. Diecinueve votos a favor lo catapultaron en el poder. Mayoría indiscutible. En su discurso, una de sus advertencias fue la de acabar con la inestabilidad en la institución, severamente golpeada por el desfile de titulares.

En el camino, Salinas se encontró con ciertas resistencias que se pronunciaron conforme pasó el tiempo. Uno de sus principales detractores declarados fue Futbolistas Agremiados de Bolivia (FABOL), que varias veces se pronunció en contra. De hecho, una de las últimas pujas que sostuvieron ambos frentes se dio en torno a la rebaja salarial de los jugadores, al calor de la pandemia.

Otro de los actores que apareció fue el empresario Marcelo Claure. Esta diferencia de acentuó en las últimas semanas, cuando el presidente de Bolívar expresó que Salinas “no era el dueño del fútbol”. Ello, en cuanto a la adquisición de los derechos de televisación.

Antes, también tuvo ciertas diferencias, no mayores, con el titular de Wilster, Gróver Vargas. En 2019, el dirigente aviador adoptó una postura de defensa hacia los jugadores Fernando Saucedo y Arnaldo Giménez. Salinas había acusado que ambos le faltaron al respeto, por lo que comenzó demandas ante el Tribunal de Disciplina. Luego las retiró.

En las últimas semanas, el extinto se había dado a la tarea de buscar acciones para el retorno de las prácticas. Para ello, se reunió con el ministro de Educación, Deportes y Culturas transitorio, Víctor Hugo Cárdenas. Las conclusiones fueron las mejores tras el encuentro.

Su muerte deja tristeza, incluso, en hinchas de diferentes equipos de la División Profesional, que lamentan lo sucedido en las redes sociales. Entienden que se fue Salinas y que la pelota deberá seguir rodando sin el hombre que llegó con la idea de imprimirle estabilidad institucional a una FBF sacudida.