La música andina se queda huérfana sin Jaime Junaro
La música andina de fusión ha quedado huérfana con la partida ayer del cantautor orureño Jaime Junaro, uno de sus máximos exponentes, a través del grupo Savia Nueva, del que fue vocalista y cofundador en 1976, llevando hasta Europa y fuera de las fronteras del país la melodía del folclore de los andes bolivianos.
Junaro murió a los 72 años esperando dos prótesis: una para poder caminar y una nueva para su cadera, que estaban valudas ambas en unos 10.500 dólares. La banda y alegados se habían puesto en campaña para conseguir el financiamiento vendiendo productos, discos y otros artículos de la agrupación, sin embargo, no fueron suficientes.
El vocalista y compositor estaba internado hace mucho tiempo en el Hospital Obrero de La Paz a causa de su diabetes. El 13 de mayo informó, a través de la cuenta de Savia Nueva, que había tenido una infección en su pie derecho y tuvieron que amputarle un dedo. En una primera hospitalización, contrajo coronavirus, pero lo superó, según informó un medio paceño.
Junaro fue un referente de la canción popular a lo largo de cuatro décadas. Empezó a tocar la guitarra y cantar a muy temprana edad junto a sus hermanos Ema y César. Hizo números giras en países de América Latina con Savia Nueva y en calidad de solista, rumbo por el que optó en 1991. Su grupo expresó en su cuenta de Facebook: “Tu voz aún no ha muerto quedará por siempre en la mente y el corazón de todos tus admiradores, cada vez que se escuche tu voz en una canción volverás a vivir, feliz viaje al descanso eterno”.