Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
  • Actualizado 08:55

El Gran Movimiento representa al país en Venecia y llega en enero

La segunda película de Kiro Russo implicó un titánico trabajo de producción que incluyó ser rodada en los conflictos y tratar con el delicado material del Súper 16 mm.
Kiro Russo (segundo) durante el rodaje de “El Gran Movimiento”. UNIVERSAL BROKERS
Kiro Russo (segundo) durante el rodaje de “El Gran Movimiento”. UNIVERSAL BROKERS
El Gran Movimiento representa al país en Venecia y llega en enero

Gracias a “El Gran Movimiento”, una película boliviana vuelve a estar en el Festival de Venecia, el más antiguo del mundo y uno de los tres más importantes del globo, junto a Cannes y Berlín, después de 26 años. La selección ha sido festejada por su director, Kiro Russo, como un “doble triunfo”, uno por ser escogida entre miles de películas enviadas y, el otro, porque se apostó por un filme que plantea una nueva forma de hacer cine, con “un lenguaje cinematográfico muy nuevo”.

“El Gran Movimiento” ha sido definida como una aproximación a la identidad de La Paz, “la capital menos accidentada de América, contada a través de dos personajes: Elder, un joven minero, y Max, un vagabundo; además de un tercer protagonista que sería la misma ciudad altiplánica. “Es una película que aparte de tener una historia, tiene un lado muy visual, arquitectónico de la singular topografía paceña. Habla mucho de lo individual y de lo colectivo y esa colectividad se expresa en las imágenes a través de los movimientos de la ciudad. Para mí es importante tomar el arte y el cine como una huella del tiempo y esta película trata de atrapar las huellas de la ciudad”, comenta Russo en entrevista con este medio. 

El segundo largometraje del cineasta boliviano se estrenará en la sección Horizontes (dedicada a las nuevas tendencias) de esta edición 78 del Festival de Venecia que se celebrará entre el 1 y el 11 de septiembre; mientras que está previsto que llegue a salas nacionales en enero de 2022. 

La producción de “El Gran Movimiento” significó una labor titánica. Por un lado, el filmarla íntegramente en el formato de Súper 16 milímetros — una decisión estética, “un sueño para cualquier cineasta — contemplaba enviar los rollos de cinta para su postproducción, un material hipersensible que además no le permite al director cometer errores. Otro reto fue el de rodar una parte del filme en plenos conflictos sociales de 2019. “Era recibir puteadas todos los días de ambos lados”, cuenta ahora entre risas Russo, sin llegar a desvelar si hay algo de aquella crisis en la película, pero sí confirmando que lo hizo replantear “qué meter (en la película), qué tanto y qué no”. 

En el tema presupuestario se debió recurrir, además del fondo del Programa de Intervenciones Urbanas (PIU) y el Focuart, a múltiples instancias de desarrollo internacionales, como Cannes, San Sebastián o Mar de Plata.  Russo declara abiertamente que “El Gran Movimiento” dialoga intertextualmente con el cine mundo, principalmente el de grupo de películas conocidas como “Sinfonías de la ciudad”, una mirada a las grandes metrópolis que se consolidaban a principios del siglo XX, siendo una de sus favoritas “El hombre de la cámara” (1929) del soviético Dziga Vertov. “Hacer una sinfonía contemporánea para mí era muy importante, traer ese tiempo a la actualidad y a nuestra ciudad”.