Opinión Bolivia

  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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Filme boliviano Unay indaga en la tradición musical de Oruro

El director Okie Cárdenas se trasladó a la población de Copacabana de Andamarca para evidenciar la formación de músicos de banda en la capital del folclore. 

Fotograma de la película “Unay”. CINECÉFIRO
Fotograma de la película “Unay”. CINECÉFIRO
Filme boliviano Unay indaga en la tradición musical de Oruro

“Unay”, el cuarto largometraje del director Okie Cárdenas, traslada al espectador al Oruro rural para enseñar su tradición en formar músicos desde una temprana edad. Se trata de una ficción drama que profundiza en “una historia de esperanza en contraste con la historia oscura que oculta, es una película que revela el origen, el origen de muchas otras historias”, apuntó su realizador. 

La sinopsis sigue al joven Unay, quien vive en una comunidad rural del altiplano boliviano, tiene talento innato para la música, expresando sus sentimientos con melodías que silba, hasta que llega Gregorio, un maestro de música. A Gregorio el encuentro con estos jóvenes, le ayuda a recuperar la confianza en si mismo, pero no podrá controlar algunos sentimientos y deseos oscuros.

“En las áreas rurales del departamento de Oruro hay una tradición, la de ser cuna de músicos. Parte de la admiración que sienten los niños por los músicos de banda que llegan generalmente para las festividades de los poblados, además la idiosincrasia de los padres por asegurar un buen futuro para sus hijos, por este motivo contratan maestros de música, generalmente por tres meses, quienes llegan a enseñar música y a tocar los instrumentos característicos de una banda de músicos de bronce”, comentó Cárdenas sobre el tema principal de la película. 

El interés por la música de Cárdenas ya se ha representado en varios de sus anteriores filmes. El periplo comenzó cuando produjo “Resplandor de fe”, documental sobre la festividad de la Virgen de Urcupiña en Cochabamba. A partir de ahí surgió empezó el gusto por la música interpretada por las bandas de bronce, que lo llevaron a La Paz a conocer la festividad del Gran Poder, dando como resultado su último filme: “Entre Santos, Cholas y Morenos”. 

“Sentí la magia de la música interpretada por estas bandas. Fueron cuatro años en los que me sumergí en la intimidad del proceso de preparación y llegada a la fiesta, me di cuenta que sin las bandas de música la fiesta era tenue. Esa magia me llevo al Carnaval de Oruro, donde conocí a muchos músicos los que me contaron aspectos íntimos, de cómo cuando eran niños descubrían su talento para la música, como aprendieron a tocar en aproximadamente tres meses, lo sorprendente es que no solo aprendían a interpretar los instrumentos sino a leer y escribir música”, concluyó el cineasta.