El poeta, novelista, historiador, pintor, político y docente universitario, Edgar Ávila Echazú, deja luto en el mundo de las artes y las letras.  A través de las redes sociales, amigos y familiares expresaron sus condolencias por su fallecimiento, el lunes en Cochabamba, y destacaron sus más grandes virtudes.  Su nieto Karloz De La Torre recordó tres de sus más grandes enseñanzas: que para escribir hay que leer; que la música lo cambia todo; y que debería estar prohibido barrer los parques en otoño.

Elías Blanco expresó su profundo pesar al expresar que fue un amigo y un hombre valioso para la cultura boliviana. 

Para su otra nieta, Andrea Ávila Zalles, fue una persona excepcional que veía la vida simple y la vivió plenamente.

“Se siente muy fuerte la vibración de tantas personas que le rinden homenaje y tienen buenos recursos y admiración por mi abuelo”, escribió.

LEGADO Nacido en Tarija en 1930, Ávila Echazú deja un importante legado.

Fue miembro de la Academia Boliviana de la Lengua desde 1997. Publicó 12 libros de poesía y novelas como Belinos y Ceniza del Tiempo. 

Ávila fue docente de la materia de Publicaciones e Investigación Folclórica de la Universidad Juan Misael Saracho, director de la Escuela de Artes Plásticas de Tarija, alcalde del Municipio de Tarija en 1971, senador en 1979 y Consejero Cultural de la Embajada Boliviana en Madrid, entre otros. 

En su faceta como pintor, el tarijeño expuso incluso fuera de Bolivia. Su obra se desarrolló sobre todo a través del dibujo en tinta y la pintura al óleo.

Su obra pictórica se enfocó especialmente en el paisaje de Tarija y la figura femenina.