Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
  • Actualizado 12:23

UNA INICIATIVA DE LA FUNDACIÓN AYNI

Calles del Valle Alto se vuelven salas de cine y concientizan a niños

Un día por mes estudiantes de ocho colegios de cuatro municipios rurales amplían, a través de la imagen, su relación con la madre tierra y la prevención de la violencia. 

Público en una de las proyecciones de los municipios.         AYNI
Público en una de las proyecciones de los municipios. AYNI
Calles del Valle Alto se vuelven salas de cine y concientizan a niños

La toma de calles para montar enormes telones, las sillitas de madera y la recepción del público con pipocas y manzanas caramelizadas son algunos de los elementos característicos de las sesiones de Cine en la Calle, una actividad transversal del proyecto en zonas rurales “Buen trato a niñas, niños y adolescentes desde las culturas indígenas y su terriotrio” que plantea acciones a través de los ejes de género, prevención de la violencia y cuidado de la Madre Tierra. 

Las proyecciones son tan antiguas como el proyecto que comenzó a desarrollarse desde enero de 2021, a través de la independiente Fundación para Promover el Desarrollo Humano Ayni y con la financiación del fondo suizo Tierra de Hombres, una de las organizaciones europeas para ayuda infantil más antiguas del mundo, operando desde 1960 y que coopera con Ayni desde hace 15 años. El proyecto se extenderá hasta el 2024 y trabaja con ocho unidades educativas de cuatro municipios del Valle Alto: Punata, Arbieto, Tolata y San Benito, en coordinación con esos gobiernos autónomos municipales y particularmente con defensorías de la niñez y adolescencia. 

“Entre 250 y 500 personas participan de las sesiones que realizamos de Cine en la Calle, contando a niños, adolescentes y adultos. Ha sido un éxito rotundo”, afirma Sandra Muñoz, directora de Ayni. Cuenta que cada película es pensada de acuerdo a su público y tomando en cuenta los contenidos avanzados de autoprotección por cada una de las comisiones creadas para cada colegio. 

De esta manera se han exhibido películas como el cortometraje “Pachamama”, producido por la misma fundación con empleo de muñecos de títeres; “Mama Grillo”, famosa animación que fusiona mitología andina con consciencia medioambiental, escrita por Alfredo Ovando y Liliana de la Quintana de la productora boliviana Nicobis y dirigida por el galo Denis Chapon; “Ayoa”, película sobre el Amazonas que también versa sobre temáticas de género; y “otros cortometrajes de Pixar para trabajar temas de bullying”, sostiene Muñoz. 

El año pasado se realizaron ocho proyecciones y este año ya van cuatro y quedan otras cuatro pendientes, siendo la próxima sesión la que se realizará el martes 5 de julio en San Benito. Los espacios utilizados son calles, plazas, canchitas de futbol o patios de colegios. Después de terminar de ver el filme, se hace un debate y reflexión junto con los asistentes. 

“En vez de una entrada nosotros les damos (al público) una contraseña que contiene mensajes de prevención, por ejemplo: ‘abracadabra el machista tiene cara de cabra’, tanto adultos como niños reciben su contraseña y con eso se registran en una lista. Entre el chiste y la memorización termina con un mensaje de fondo”, apunta Muñoz. 

IGUALDAD DE GÉNERO Y PREVENCIÓN DE VIOLENCIA Además de los tres ejes centrales con los que trabaja Ayni (medio ambiente, prevención de violencia y género), guía su accionar bajo 11 principios: participación, integralidad, interculturalidad, complementariedad, respeto, sostenibilidad, solidaridad, justicia, equidad, diálogo, derechos y ciudadanía.

Muñoz aclara que todos los tópicos, como el tema de género, son desarrollados en un marco de la cosmovisión andina porque “no se puede pretender en traer contenidos occidentales que a veces obvian el contexto”. “Hay prácticas en nuestras culturas que son muy ricas y respetuosas, queremos apuntar que no haya violencia contra la mujer, bajar los índices de violencia, apuntado a temas como roles de género, identidad de género o socialización del género”. 

Uno de los principales espacios donde se imparte estos contenidos son en los llamados huertos familiares, lugares conformados por unas 40 familias donde se profundiza en el desarrollo de capacidades protectoras, afectivas, de comunicación y liderazgo. “Ahí trabajamos estos temas sobre el rol fundamental de la mujer en la familia, que no debe verse solo como la reproductora, sino la que puede producir, la que aporta económicamente, la que tiene la capacidad de decisión de cuántos hijos tener, todos esos temas hacen las estructuras patriarcales”. 

Para Muñoz, la problemática de la violencia de género y feminicidios no encuentra mayor alcance en las zonas rurales, en la periferia ni tampoco se relaciona directamente con la pobreza (siendo este un mal que se expande a todos los niveles de la sociedad); sin embargo, los servicios municipales en el interior “no han sido pensados para contextos rurales”. “No es lo mismo ir a la oficia de la Defensoría en Cercado que en Tapacarí o Punata, donde la gente es quechuahablante, no comprende del todo los procesos judiciales y no entiende muy bien como hacer una denuncia. Las defensorías no tienen el mejor trato de calidez, son funcionarios que no están institucionalizados, están seis meses y después termina su contrato. Es un problema serio de los municipios, no solamente de Valle Alto, sino del Trópico y Cercado”, opina, al tiempo de sugerir que las alcaldías consideren profesionales especializados en temas de niñez o violencia en la adolescencia. 

OTRAS ACTIVIDADES De manera complementaria a Cine en las calles y con los mismos objetivos, el proyecto contempla otras varias y diversas actividades. Una de ellas son las caminatas con los alumnos de las unidades educativas para hacer el reconocimiento de árboles forestales que son de la zona. De ellos se recojen sus semillas, reconocen los tipos de especies forestales, se las almacena y después se las germina, junto con el grupo de agrónomos que hacen parte del equipo. 

También están los merados escolares, donde se hace una práctica del treque, involucrando profesores, papás, niños quienes intercambian semillas de maíz, papa, que recogen desde su casa.