Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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En el 8M, Bolivia recuerda a las artistas nacionales que trazaron su historia

Cuando se piensa en arte producido en el país, los primeros nombres que surgen son el de Adela Zamudio, Marina Núñez del Prado o María Luisa Pacheco. 
Adela Zamudio, Marina Núñez del Prado y María Luisa Pacheco.
Adela Zamudio, Marina Núñez del Prado y María Luisa Pacheco.
En el 8M, Bolivia recuerda a las artistas nacionales que trazaron su historia

Es el Día Internacional de la Mujer y las redes sociales en Bolivia se inundan con publicaciones de artistas, principalmente con frases e imágenes de Adela Zamudio. Su figura representa el inmedible aporte que han realizado las mujeres a la historiografía del arte nacional, con una literatura reivindicativa mostró a la sociedad de su tiempo y muestra a la de ahora y a las venideras, cómo el género obligaba a ciertos compartimientos y roles en la sociedad. 

Es, tal vez, el máximo estandarte de las letras nacionales y su mayor representante en tierras internacionales. Junto a ella, en el campo de la literatura se pueden mencionar nombres de la talla de Yolanda Bedregal, no solo una de las poetas más importantes del siglo XX, sino una gestora cultural que en su tiempo organizó veladas, exposiciones y conciertos. Laura Villanueva Rocabado tuvo que utilizar el pseudónimo de Hilda Mundy para hablar sin censura, ni reproches sociales de su entorno "conservador, clasista y machista".

Tuvieron que pasar 40 años para que se vuelve a editar "El occiso", de María Virgina Estenssoro, que ahora es un éxito de ventas, se estudia en los espacios especializados y ya va por su segunda edición. "Un libro extraño y deslumbrante que sigue más vigente que nunca, tanto en la radical novedad del lenguaje del cuento  como en la exploración pionera del derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo”, refirió la editora y escritora Liliana Colanzi, cuando el libro fue relanzado en 2019. 

Igual de valioso es el trabajo de las escritoras, ensayistas e investigadoras Virginia Ayllón y Gaby Vallejo, quienes mantienen viva la obra de las literas, difundiéndolo, reflexionándolo y (re)pensándolo. 

En las artes plásticas sucede un fenómeno similar. Los principales rostros (si se toma como parámetro el reconocimiento internacional) son de mujeres: María Luisa Pacheco y Marina Núñez del Prado. La primera es una de las inauguradoras del arte abstracto en el país, y a pesar de que se formó y desarrolló la mayor parte de su arte en Nueva York, nunca dejó de lado su apego a los andes, con aquellas luminosas y enormes figuras. Junto al de ellas, están en los anales de la historia Esther Ballivián o Inés Córdova, entre otras. 

Lo que es Ayllón para la literatura, lo es Teresa Gisbert para la historia del arte nacional, quien con un trabajo de más de 40 años, la organizó, recuperó, difundió y apreció. 

Si se habla de cine, ya existieron demandas colectivas, articuladas de cineastas mujeres hace más de 30 años para conseguir categorías especiales en concursos o gestiones de fondos. Aquellos movimientos fueron recuperados recientemente por un grupo de investigadoras en el proyecto Mujeres/cine, que además dispuso de una exposición y de un ciclo de cine en el que se mostraban producciones de Raquel Romero, Liliana de la Quintana o Beatriz Palacios.