Kurmi trabaja en proyecto modelo para evitar aluviones en Tiquipaya

La noche del 6 de febrero de 2018 será una jornada que difícilmente podrán olvidar los pobladores de Tiquipaya. Ese día, miles de toneladas de lodo, piedra, troncos y basura fueron arrastrados por la fuerza del agua, sepultando a su paso casas, calles y vehículos. El saldo fue de al menos cinco personas fallecidas y un centenar de viviendas afectadas.
Dos años más tarde, la torrentera Taquiña volvió a causar daños a lo largo de su recorrido, aunque no de la magnitud de lo que había ocurrido en 2018.
Decenas de familias quedaron en la calle y las pérdidas ascendieron a miles de dólares, había que reconstruir las viviendas y comprar nuevamente muebles, electrodomésticos, ropa y documentos que se perdieron bajo las toneladas de lodo y piedra.
Pero, la secuela más “profunda” es el temor que genera el ruido del río en las familias cada vez que llueve en la parte de arriba, en la serranía del Parque Nacional Tunari.
Para evitar más desastres naturales similares a los ocurridos en 2018 y 2020, la Alcaldía de Tiquipaya, además de hacer la limpieza y el dragado de la torrentera Taquiña, emplazó en el curso de este río gaviones y reductores de velocidad y mediante la Gobernación, procedió a reforestar en la parte alta.
MANEJO INTEGRAL
Prevenir aluviones como el de 2018 es una tarea a largo plazo y que requiere, además, de un presupuesto que supera los 12 millones de dólares.
En ese entendido, la Organización No Gubernamental Kurmi, apoyo al Desarrollo Sostenible Interandino, trabaja desde hace un par de años en el municipio de Tiquipaya, en tres cuencas, con el objetivo prioritario de evitar desastres naturales a causa de una deficiente gestión del agua que cae en la parte alta y baja del Parque Tunari.
El director Ejecutivo de Kurmi, Ricardo Cox Araníbar, explica, como antecedente, que esta ONG trabaja en el país desde hace unos 40 años en el manejo del agua a través de una visión de cuenca hidrográfica, “porque el agua se regula a través de la cuenca”.
Esta ONG tiene actualmente, como su proyecto principal en Cochabamba, en el municipio de Tiquipaya, el manejo de cuencas hidrográficas que cruzan desde la parte alta del Parque Nacional Tunari.
Kurmi trabaja, a decir de Cox, con las comunidades rurales en la parte alta del Parque Tunari y con las OTB en la parte baja del municipio de Tiquipaya, con un proyecto piloto, el cual se podrá replicar en todo el eje metropolitano, en las más de 50 torrenteras que hay, una vez que se demuestren resultados favorables.
“Una cuenca se debe manejar en forma integral, para evitar que existan inundaciones en época de lluvia y sequías en la temporada de estiaje, es decir, conseguir un equilibrio”, resume Cox el objetivo que tiene esta ONG. .
Para iniciar las obras propiamente de infraestructura, Cox destaca que es sumamente importante, antes, realizar gestión social con las comunidades rurales y las OTB, es decir, elaborar un diagnóstico de la situación y posteriormente socializar los resultados.
Empero, Cox hace énfasis en que para la elaboración del diagnóstico y los proyectos correspondientes se toma en cuenta a los comunarios y vecinos, quienes aportan con su experiencia, por ejemplo, en el manejo de cuencas.
“Los proyectos que se elaboran surgen desde las comunidades, lo que le da sostenibilidad a este proceso de manejo de las cuencas”, menciona.
En una primera fase del proyecto, la ONG trabajó en el rescate de los saberes y haceres de las comunidades, ya que ellos conocen el manejo de cuencas.
En la parte alta del Parque Nacional Tunari, Kurmi trabaja con 480 familias de cinco comunidades, con el objetivo de evitar que las aguas bajen con demasiada fuerza en la época de lluvia.
Cox destaca que lo que sucede ahora es que existe un desequilibrio en las cuencas, cuando llueve hay demasiada agua, que no es aprovechada, y el objetivo es que se la pueda aprovechar para el riego o el consumo humano.
Para lograr un equilibrio en las cuencas, es decir, que haya reservas de agua en la época seca y que no se presenten inundaciones en la época de lluvia, se deben construir diferentes obras mecánicas e hidráulicas. Por ejemplo, terrazas, zanjas de infiltración, diques, gaviones, reservorios de agua, atajados, lagunas y represas en las que se pueda ir almacenando el agua.
Parte de estas obras sirven para frenar la velocidad del agua que cae en las alturas y permiten que el agua se vaya infiltrando en la serranía, corra en forma de manantiales, para que después pueda ser utilizada en época de sequía.
INVERSIÓN
Cox afirma que después de haber realizado el diagnóstico y la socialización de los resultados, la siguiente etapa es encarar las obras mecánicas e hidráulicas, que requieren al menos siete años y unos 12 millones de dólares.
Es una inversión elevada, pero se justifica porque un desastre provoca la pérdida de varios millones de dólares, apunta Cox.
Kurmi trabaja para conseguir recursos económicos de la cooperación internacional, con el fin de iniciar estas obras mecánicas e hidráulicas el próximo año, con el apoyo, también, del municipio, en este caso del de Tiquipaya.
Además de la obras mecánicas e hidráulicas, es también necesario realizar trabajos de forestación, reforestación, tareas que se encaran con las comunidades involucradas.
Lo importante es, según Cox, lograr una coordinación entre los pobladores de las comunidades, de las alturas, con los de las OTB, con el fin de promover el cuidado del medioambiente y evitar que se produzcan desastres y se asegure el agua para el consumo y riego.
FONDOS DE AGUA
Cox propone generar un fondo de agua, que se puede pagar mediante las facturas de luz, como ya se estableció en otros países, de modo que se pueda contar con recursos económicos para reaccionar ante cualquier emergencia, o mejor trabajar en la prevención de desastres con obras mecánicas e hidráulicas.