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  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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Consuelo es matarife; con su trabajo logró que su esposo sea médico

Lleva 45 años de matrimonio. Su compañero de vida y su hijo se profesionalizaron a la par. Ella también vende refrescos en la calle 25 de mayo.
Consuelo Lobo Torrico sostiene la plaqueta de reconocimiento que le entregaron el Día Internacional de la Mujer. MELISSA REVOLLO
Consuelo Lobo Torrico sostiene la plaqueta de reconocimiento que le entregaron el Día Internacional de la Mujer. MELISSA REVOLLO
Consuelo es matarife; con su trabajo logró que su esposo sea médico

A Consuelo Lobo Torrico le brillan los ojos cuando con orgullo cuenta que gracias a su trabajo de matarife, su esposo pudo estudiar la carrera de sus sueños: Medicina.

Su esposo trabaja como médico y ella continúa con la venta de vísceras. Son un matrimonio desde hace 45 años.

En un acto de la Alcaldía de Cochabamba, el Día Internacional de la Mujer, Consuelo fue condecorada y recibió una plaqueta en mérito a sus labores. Fue agasajada por un grupo de amigas que le acompañaron en el acto vistiendo atuendos color rojo, al igual que ella.

Esta matarife cuenta que sus jornadas comienzan entre las cuatro y media y cinco de la mañana. Hace el reparto de sus contratos por varias horas y luego retorna a su casa para cumplir con labores del hogar.

“Con mi negocio he hecho a estudiar a mi marido”, describe risueña.

Su negocio de venta de vísceras existe desde que era joven. El consejo de su suegra de tener su propio dinero fue el que nunca soltó. Así pudo ayudar a su esposo.

“Tengo 45 años de matrimonio. A los 20 años de matrimonio, mi esposo me dijo que, por favor, le hiciera estudiar. Él ha salido primeramente del Álvarez Plata (instituto de comercio). No le gustó esa profesión. Su sueño era ser médico. Bueno (le dije), échale; y salió (profesional)”.

Al recordar esos años, Consuelo se emociona hasta las lágrimas porque, además, a la par de su esposo, su hijo también egresaba de la Universidad; él es bioquímico y farmacéutico.

“No solamente los hombres trabajan, las mujeres trabajamos más”, sostiene, y asegura que si le dan las fuerzan todavía ayudará a sus dos nietos.

En la actualidad, su esposo trabaja como médico y está orgulloso de Consuelo, según describe. Ella continúa con la venta de vísceras y, además, vende refrescos a partir de las cinco de la tarde en la calle 25 de Mayo y Sucre. Sus jornadas terminan casi siempre a las 11 de la noche. Al día siguiente, vuelve a madrugar.