Eran tres hermanos, los tres, con alguna discapacidad. Adultos mayores y solteros. El mayor, Prudencio Quiroz, falleció hace tres años en un accidente.  Ahora viven Ángel y Aniza, El primero tiene 72 años y Aniza, entre 75 y 80 aproximadamente. Ella no cuenta con su carnet de identidad.

A las 14:30, en la puerta de una casa de paja, en la sombra, Aniza está postrada, con una chompa roja y pollera rosada. Después de segundos se da cuenta de que alguien llegó, levanta su bastón e intenta pararse. No puede. Otra vez trata de caminar y tampoco lo consigue.

Mueve su boca, parece que saluda, pero no es posible entender sus balbuceos. A cada rato se toca su cadera y su estómago. Da a entender que le duele esa parte de su cuerpo.

Aniza no escucha, no habla ni camina. No sabe leer ni escribir; no tiene su documento de identidad. A su lado, Ángel Quiroz, con un sombrero negro, camisa blanca, pantalón negro y abarcas, cargando un aguayo rojo, llega después de recoger leña.

Con lágrimas, cuenta que no tiene hijos ni esposa. “Vivimos solos. Hay veces que no tenemos qué comer y mi hermana está mal”, relata, señalando a Aniza.

Dentro de su casa solo hay dos ollas, una cama hecha de palos y cuero de oveja como colchón. Al fondo se ve una bolsa que contiene maíz. Viven en condiciones precarias. Sus vecinos aseguran que solo Ángel trabaja de peón, no siembran por que no están en condiciones para trabajo más forzado.

Viven en una casita hecha con palos y paja, en la comunidad de Coraya, municipio de Morochata, a cuatro horas de viaje desde la ciudad de Cochabamba.

Ángel cuenta con su documento de identificación, sus vecinos colaboraron en conseguirlo. Su hermana, Aniza, no lo tiene, no se beneficia con la renta dignidad que el Gobierno otorga a todos los adultos mayores de 60 años.

EN UNA CUEVA

Casiano Choque es otro adulto mayor que subsiste en condiciones extremadamente precarias. Se cobija dentro de una cueva en la punta de un cerro de Morochata, a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar.

En el lugar solo existen pajonales y roca. El ruido del viento es su compañero. Desde allí es posible observar la cordillera Tunari y los sembradíos de papa en la parte baja de Morochata.

Al fondo de la cueva tiene algo de ropa, leña, y galones para reservar agua. Duerme encima de piedras.

No tiene casa, no tiene hijos ni familia. Perdió el quinto dedo de su pie por una infección. Ello no le permite trabajar, apenas camina con un bastón. Entre lágrimas, asegura que no posee nada y que nadie va a verlo.

Cuando tenía 5 años murió su mamá y cuando cumplió 11 salió de su comunidad, Untuavi-Morochata. Desde aquel momento vive solo.

Doña Toribia, una  vecina del pueblo de Morochata, desde hace muchos años colabora con alimentación, ella le ayudó a regularizar su documento de identidad.

Casiano necesita una casa para vivir, requiere tratamiento médico, alimentación, vestimenta y todas las necesidades esenciales. Pide a la población que pueda ayudar.

Hernán Prado, Máxima Riveros y Tiburcio Pérez son adultos mayores que viven en la comunidad de Totor k´asa del municipio de Morochata. Los tres son indocumentados.

Así como Ángel, Aniza o Casiano, existen muchos adultos mayores en situación de abandono dentro de las comunidades de la región andina de Cochabamba. Adultos mayores con diferentes discapacidades, sin papeles, abandonados, sin hogar ni familia, en extrema pobreza.

Las personas que no cuentan con su carnet de identidad, por infortunio no tienen acceso a muchos beneficios que el Estado facilita. Muchos de sus derechos son vulnerados.

Todos los que se sientan tocados con estas situaciones, pueden tomar contacto con el número celular 68581597.