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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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13-M: del desnudo de la precariedad a la “esperanza escalonada”

El 13 de marzo, Cochabamba dio cuenta de una persona infectada con COVID-19. Los hospitales se saturaron y se registraron decesos en calles. 

Recogen el cuerpo de una persona fallecida en la vía pública, en agosto de 2020.  DICO SOLÍS
Recogen el cuerpo de una persona fallecida en la vía pública, en agosto de 2020. DICO SOLÍS
13-M: del desnudo de la precariedad a la “esperanza escalonada”

En apenas dos días, Cochabamba recordará un año exacto de la fecha que marcó el primer caso positivo del nuevo coronavirus en el departamento. El llamado 13-M, equivalente al 13 de marzo, dará cuenta del transcurso de 12 meses en los que la Llajta se insertó por completo en la vorágine diaria con el eje puesto en la pandemia.

El 10 de marzo de 2020, el entonces Ministerio de Salud, liderado por el galeno Aníbal Cruz (ahora junto a Súmate), confirmaba la noticia que se advertía inminente, pero que nadie quería oír: el país tenía su primer caso de COVID-19. Dos mujeres, una de Oruro y otra Santa Cruz, importaban el virus desde Italia. Tres días después, el Servicio Departamental de Salud (SEDES) local daba cuenta del primer caso instalado en el valle. Un familiar varón contagiado de la mujer occidental arribada desde la nación europea resultaba ser el caso 1 en el departamento.

Una de las primeras tareas encaradas consistió en “barrer” las zonas a través de los ya conocidos rastrillajes, que entonces se presentaron como una actividad llamativa.

El 21 de marzo de 2020, el Gobierno interino, encabezado por Jeanine Áñez, mediante decreto, declaraba el inicio de la primera cuarentena rígida en todo el territorio nacional, como medida para frenar la propagación del virus.

Ya, en junio, la situación fue crítica, con hospitales saturados, médicos utilizando gafas de natación como elemento de bioseguridad, y barbijos comunes. Entonces, ello abrió paso a protestas, en claro reclamo ante la precariedad laboral del sector sanitario que comenzó la pelea en primera línea ante una situación desconocida.

El colapso de nosocomios en la Llajta, con el consecuente deceso de personas en la vía pública, y la saturación de las funerarias, con familias que debieron permanecer con los cuerpos de sus familiares en sus casas durante días, fueron algunas de las figuras que graficaron la crisis departamental.

El 16 de junio, Vigilancia Epidemiológica del SEDES confirmaba que un ciudadano fallecido en el centro de la ciudad era víctima del patógeno. El dato fue socializado en el reporte matutino diario de dicha dependencia.

¿Qué ha cambiado de ese tiempo a esta parte? Según la doctora Corina Balderrama, la pandemia no ha hecho más que desnudar la precariedad del sistema de salud. A un año del inicio de esta travesía y al calor de la segunda ola, la galena reflexiona lo siguiente: “A raíz de la pandemia han saltado a la luz muchos temas que teníamos pendientes desde hace años, como los ítems de salud. Los médicos no son suficientes en los centros. Muchas enfermeras no cuentan con un contrato real de trabajo. El personal está totalmente olvidado, relegado. Ello ha evidenciado, en este período, que somos los que tenemos que poner el hombro a la población con todas esas condiciones adversas, a pesar de ser nosotros los que compramos nuestro material de bioseguridad. Es un año que nos permitió ver que no estamos listos, que hay mucho por hacer, que el virus llegó y se quedó. Pasamos una segunda ola. Vamos a ir viendo cómo sigue evolucionando todo esto”.

Por su parte, el docente catedrático Fernando Salazar se concentra en un análisis integral de la experiencia de 2020. “El confinamiento total fue la medida heroica aceptada por la sociedad. Su costo, el colapso de la economía de las familias, que en un 70% tiene un ingreso por cuenta propia y vive al día. Pronto, la tragedia llegaba a todas las familias. Casos positivos atendidos en casa, familias íntegras contagiadas, todos utilizando los medicamentos disponibles y hierbas medicinales. Junto al colapso del sistema de salud se vivía una pesadilla narrada por los medios de comunicación y prensa en otros países, pero, esta vez, vista en nuestras casas, barrios y ciudades, con el colapso de cementerios, funerarias, crematorios y fosas comunes”

A 10 meses de aquel panorama y ya con el gobierno de Luis Arce en el poder, llegaron las primeras vacunas al país. El lote inicial destinado para Cochabamba fue de 1.650. Arribó en enero de 2021. Este mes, se encuentra en curso la inmunización del 100% del personal médico. Salazar cierra con una reflexión: “El Gobierno nacional y su militancia bajaron el tono del discurso sobre la negación y teoría conspirativa. Nos llevaron a Elecciones Subnacionales y arrancaron con la vacunación al personal de salud. Finalmente viene la esperanza del arribo escalonado de nuevos lotes o partidas de vacunas”.