Bolivia se ha propuesto revalorizar los nombres indígenas, en especial provenientes de los idiomas aimara, quechua y guaraní, en los que abunda el significado, una tarea que se contrapone a la intención cada vez más creciente de recurrir a referencias extranjeras o personajes de moda.
Parte del dilema está en que el país, con más de 11 millones de habitantes, tiene alrededor de la mitad de su población identificada como indígena y ha atravesó en los últimos años procesos culturales de autoafirmación al mismo tiempo que la globalización, los medios y el internet han instituido modelos alternos.