Este tratamiento está recomendado para personas que sufren problemas en las articulaciones, los nervios e incluso enfermedades autoinmunes. Además de usar las toxinas del veneno de la abeja, se complementa con derivados como el propóleo y la miel, y acupuntura y fisioterapia.
Investigadores apuntan que la inclinación hacia la carne descompuesta se dio de forma evolutiva, considerando la "competencia" por sobrevivir.
Existen informes alarmantes acerca la situación actual de las abejas, debido a que el censo poblacional ha disminuido drásticamente por el uso extensivo de pesticidas y agroquímicos en monocultivos que buscan potenciar el rendimiento de la producción.