Opinión Bolivia

  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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Locos locotos

Predeciblemente estamos enraizados con nuestras realidades, adormecidos en una burbuja de tiempo y no tiempo. 

¿Qué es el tiempo? El tiempo no es tiempo, sino lo vives con una pisca de locura; locura de pasión, locura de amor, locura de sensación, tantas locuras, que debemos experimentar. 

Sentado, en tu zona de confort, dejando que el “tiempo” te gane, que el mundo te patee, ¿por qué? 

Hay que tener valor, valor de conversión; tan sencillo como ese despertar; inspirarnos con un nuevo comenzar, reinventarnos en lo más profundo de nuestro ser. Muchos dicen que estoy un poco loco, respondo: no un poco, soy todo un loco. Este mundo debe tener más Quijotes; Quijotes de verdad, no de palabra, de acción, buscando reacción de cambios, sin dejar de caminar. Cualquier piedra se rompe con la sencillez constante de una gota del agua, dejemos la superflua humana.

Un mundo pedregoso, una dosis de locura, está mal y si estuviera bien, no sería locura, pero quien está más loco, el que lo dice o el que lo hace, el que lo lee o interpreta; simples realidades de mezquindades humanas o solo palabras inventadas para etiquetar.

Hablar y escribir me remonta a recordar las palabras de un viejo sabio: “La locura, es un estado supremo de conciencia” y lo vive de esa manera, sin claudicar; entonces, porque nos resistimos a soñar despiertos; superar nuestras manías sistemáticas y cuadradas, a tomar una dosis de locura diariamente, para sentir la vida.

Escuchando a Joaquín Sabina, tan joven y tan viejo, dice: “A penas vi que un ojo me guiñaba la vida. Le pedí que a su antojo dispusiera de mí. Ella me dio las llaves de la ciudad prohibida”.

Perturba mi mente, acompañada de realidades que nos toca, escalar, escudriñar, cavar, gatear, indagar, solos con tu sombra del olvido y del ayer. 

Entonces, más allá, de suelo terrenal y falsa seguridad, no debemos olvidar que la locura es desequilibrio, pero un desequilibrio del todo y nada; mezclado con olorosas, ansiosas, ociosas mescolanzas de una cruel y falsa competición, prefiero perder, perderme en la locura, para cambiar el mundo y que el mundo no me cambie.  

¡Hasta siempre! Nunca pierdan su fe ni su esperanza con voz de justicia.

CONSTRUIR COMUNIDAD

WILLIAM AGUILAR B.

Profesor de Derecho Canónico U.C.B.

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