Opinión Bolivia

  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
  • Actualizado 10:30
El todo y nada

 Es hora de contar un cuentito, donde los protagonistas son ficticios y las realidades no son dimensionales, o al revés, dejo a su imaginación.

Érase una vez, un espacio terrenal llamado “El todo y nada”, lleno de potencialidades, tanto naturales y otras más, donde había una clara diferencia de todo tipo de seres que iluminaban dentro y fuera de este punto.

Pasando el tiempo y no tiempo, tanto los disque fuertes o disque débiles  empezaron a pelear día a día, mes a mes, año a año, siglo a siglo, donde lo único que lograban era aprovecharse de “El todo y nada”, pero excluyendo, discriminando, casando, comiéndose, destruyéndolo, etc., etc., etc., en esta selva criminal llena de impunidad anti justicista, sintiéndose omnipotentes, agradecimientos entre ellos. Dueños absolutos de “El todo y nada”, no tomaron en cuenta que “cambia todo cambia”, como la canción de Mercedes Sosa, así cambiaban nuestros seres en un gran sentido, no maduración, no de evolución, sino auto pertenencia y subsistencia natural, real, mas sí existencial, sintiendo en el imaginario una “Gran Identidad de todo y nada”, ya que estaban, están y estarán en peligro de extinción, cansados de los disque fuertes y débiles, decidieron, accionar, contra esta selva podrida.

En un innegable roce de las multitudes mayoritarias y minoritarias, los disques fuertes y débiles se impusieron, volviendo a someter a este imaginario de la Selva, estos siguieron  pensando que seguirán sirviéndose de “El todo y nada”, pero no tomaron en cuenta que a través de este primer roce, donde no hay primera sin segunda, el imaginario sembró frutos de verdadero yo, tú, él, nosotros, vosotros, ellos y naturaleza, donde interiormente y exteriormente se fueron otra vez contra los sistematoides fuertes y débiles, superando las dimensiones de dimensiones.

Desde ese momento de tiempo o no tiempo, brotó un nuevo paradigma de sentir, pensar y actuar coherentemente, que fue el pilar para seguir en armonía de “El todo y nada”.

Entonces comprendí que no debo vivir del pasado, tampoco del futuro, debo ser un enraizamiento natural holístico del presente con un Hoy, de Hoy, para Hoy.

¡Hasta siempre! Nunca pierdan su fe ni su esperanza con voz de justicia.

CONSTRUIR COMUNIDAD

WILLIAM AGUILAR BOLAÑOS

Profesor de Derecho Canónico UCB

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