Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
  • Actualizado 00:06

El primer día que te vi, con temblores del alma, eres tu conmigo..., escuchabas llanos sin lágrimas, gritos sin voz, angustias dormicientas, penares de penares. Con lejía o el viquito, de vez en cuando un trio, con aromas y sabores, armando la bolsita, haciendo el baile del vientre entre mis piernas, sentados carteando.

Te acuerdas cuando salíamos a las  4 o 5 de la madrugada a nuestro balcón, para ver el anochecer o el amanecer cerrados por el techo eterno del lugar, con sus ruinas. Casi cayéndose en nuestras cabezas, me decías calma, calma.

Cada hojita acariciándome te desnudaba para que ingreses a mis labios, así hacer la bola de la paz en armonía, en esos transbordos de vida real irreal /utrumque ius/.

Con tu faldita verde plástica, muchos ocultan con negrita nomás. Había sido un arte desde encontrarte seas de un lado o del otro, lo importante es tu espíritu pleno en mi ser.

Teniéndote entre mis manos, fuiste la calma de ansiedades, debilidades, bravuconadas, amores, errores, adicciones, con tu silencio pacido volviste a llenar el vacío de la olla del ser y mucho más.

Hubo días ajetreados con tu compañía, porque tenía que compartirte, así lo hacía. Allí recordé que nadie ni nada es de nosotros, con tus hojas verdes fuertemente me sonreías, pero siempre volvías con tu falda verde a mis brazos.  Te guardaba en mi corazón, justo donde siempre debes estar, en mi chaqueta de cuero, otro fiel testigo de nuestras locuras en paz.

Ahora tú serás mi acompañante, adormeciendo mis demonios y engrandeciendo mis ángeles, obvio, de vez en cuando un limoncito con sal. En la cancha dos domingos, vimos desde el palco butaquita, los partidos, esa vez a nuestro lado un cigarro de los antiguos. Terminando el partido nos íbamos pasivamente a tomarnos un café, otro compañero de lucha.

Ahora, después de meses, puedo decir que fuiste una decisión mágica, porque debía dejar a mi viejo amigo de veinte años aproximadamente. No lo niego, disfrutamos encandiladamente, lo amamos, extasiadamente, vivimos intensamente, pero ya era tiempo de separarnos, allí con tu silencio ensordecedor de paz en armonía, apareciste acullico.

PD. Saludos mi viejo amigo, estás en mi memoria y corazón.

Atentamente, Wallace. Locura con aventura sin censura ni culpa ¡Hasta siempre!

FORO

WILLIAM AGUILAR BOLAÑOS

Escritor, abogado

[email protected]