“Santos no tan santos”
Contrariamente a lo que el lector pueda imaginar, este artículo no pretende hacer alusión directa a los “santos no tan santos” que han aparecido en nuestro medio en el último tiempo; aunque al final de la lectura valdrá la pena, como tarea reflexiva, hacer un puente hermenéutico que nos permita comprender que a pesar de los miles de años entre unos y otros, siempre habrá “santos no tan santos”.
Adivinen. Se llamaban a sí mismos los “quedoshim” (los santos). Se cree que aparecieron como comunidad en la segunda mitad del siglo II a.C. Eran estrictamente ortodoxos, radicalmente observantes de su pureza étnica y supuestamente cumplidores de sus leyes, razón por la que se creían “la reserva moral” en su tiempo.
¿Saben a quiénes me refiero? Eran los famosos “fariseos” mencionados en los Evangelios del primer siglo, que han pasado a la historia por los enfrentamientos dialécticos con Jesús en su vida pública.
Acosado, perseguido y cuestionado permanentemente por su diferente estilo de vida, Jesús en uno de sus discursos magistralmente recogido por San Mateo (capítulo 23) señala para estos “elegidos” las siguientes características:
1. Son mezquinos, no hacen ni dejan hacer.
2. Son guías ciegos, guiando a otros ciegos.
3. Buscan prosélitos, para hacerlos corruptos.
3. Aparentadores, aparecen como haciendo el bien, pero es pura farsa, “cuelan el mosquito, pero se tragan el camello”.
4. Llenos de robo, desenfreno e injusticia.
5. Son hipócritas “sepulcros blanqueados”, hermosos por fuera, pero podridos por dentro.
6. Apelan a la justicia, aparentan ser justos, pero están llenos de maldad.
Airado por el permanente acoso de este grupo de autodenominados “santos”, Jesús los llama “serpientes y camada de víboras”.
Ahora, después de dos mil años, nos toca hacer una relectura interpretativa que nos permita reconocer a los nuevos “quedoshim” en nuestras sociedades modernas, que están por todos lados, quien sabe incluso dentro de nosotros mismos. Y darnos cuenta que, pese a todo, incluyendo los adelantos tecnológicos de los que nos alabamos, la humanidad sigue siendo la misma. Pero también podemos reconocer que hay un paradigma diferente que demanda coherencia efectiva y entrega de vida total. Entonces, tal vez los “santos“ realmente seamos “santos”.
UN POCO DE SAL
VIRGINIA QUEZADA VALDA
Socióloga, biblista y teóloga