Opinión Bolivia

  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
  • Actualizado 11:10

¡Pésimos administradores!

¡Pésimos administradores!

Ese podría ser el titular para muchos artículos en los periódicos, pues la corrupción, el tráfico de influencias, la ambición por el dinero fácil, la distribución desigual de bienes, que hace que unos mueran por obesidad y otros de hambre…, han hecho de los humanos unos pésimos administradores.

Lo más fácil y cómodo para todos nosotros es echar la culpa a los gobernantes, al sistema, a una cultura consumista y no asumir nuestra parte de responsabilidad en esa pésima administración. Me refiero al desastre en el cuidado de nuestra “Casa Común”, la tan mentada “Madre Tierra” de la que de año en año se hace bandera para hablar de su daño y de cómo “recuperarla”.

Son tantos y diversos los documentales que hablan de los glaciales como gigantes de hielo que desaparecen, de depósitos naturales de agua como el mar de Aral, el lago Urmia o el lago Poopó, convertidos en desiertos tóxicos (no solo por el calentamiento global sino por la depredadora acción humana), que en verdad parece que ya a nadie le interesa.

Por ello, es muy probable que a esta altura usted ya no quiera seguir leyendo “un artículo más”. Sin embargo, es necesario denunciar una ceguera egoísta que, a título de progreso, no nos deja ver que el abuso en el uso de carbón, del petróleo y sus derivados, el fomento de monocultivos industriales, han convertido los pulmones de la tierra en “desiertos verdes”.

A ello se suman los “incendios controlados” que acaban con la naturaleza y los seres vivientes que tienen también derecho a la vida. De este modo se puede percibir que, para algunos, el verdor de sitios como el Amazonas puede no ser tan interesante como el verde de los dólares.

Finalmente, para quienes creemos en un Ser Creador de la naturaleza, se nos hace necesario volver nuestra mirada al canto creacional en el Génesis 2:15. Allí se muestra un Dios que hace del ser humano un “administrador” de la tierra. En hebreo se emplean dos palabras para describir sus tareas respecto de la tierra, traducidas como “trabajarla” ( עָבְדָ֖הּ) y “cuidarla” (שָׁמְרָֽהּ). Dios no hizo a los humanos propietarios de la tierra; por lo que el título de “¡pésimos administradores!” también recae sobre miles de creyentes que, mudos, miramos con complicidad cómo la Casa común se cae. 

UN POCO DE SAL

VIRGINIA QUEZADA VALDA

Socióloga, teóloga y biblista 

[email protected]