Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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María y José, emigrantes

María y José, emigrantes

La noche del 24 de diciembre, al finalizar el servicio navideño en la Iglesia, oí las clásicas frases entre la gente: “Feliz Nochebuena”, “Feliz Navidad”.

Luego, mientras retornaba a casa en teleférico, desde las alturas vi a gente caminando por las calles, e imaginé a unos corriendo tras los últimos regalos, otros yendo a sus casas donde pasarían este tiempo junto a sus familias, pero también a personas deambulando con niños en brazos pidiendo limosna.

No solo nuestros hermanos potosinos que cada año, para estas fechas, emigran a las ciudades del eje troncal, sino ahora hermanos venezolanos que ¡sabrá Dios cómo llegaron a Bolivia!

Ante estas escenas, una pregunta vino a mi mente: ¿cuán buena pudo haber sido esa noche para María y José?

María, una joven mujer embarazada, (y no precisamente de su marido, Oh, ¡Qué escandalo!), sin recursos, obligada a viajar por precarias sendas y cuando llega al lugar final de su destino, no encuentra un sitio adecuado para dar a luz y tiene que quedarse en un establo, rodeada de animales que por muy tiernos que luzcan en nuestros adornos, de seguro en la vida real olían a todo menos a perfume y exponían al recién nacido y a la parturienta a enfermedades.

José, un hombre sencillo, contra todo pronóstico, rompe esquemas patriarcales de posesión sobre la mujer, propios de su cultura, y está dispuesto a cargar en brazos un bebé que no es suyo, a caminar y hasta huir con él en defensa de su vida, a trabajar para alimentarlo. Tiene la sensibilidad para ser guiado por sueños a los que hacía caso, como dice Leonardo Boff en su libro “San José: Padre de Jesús en una Sociedad sin Padre”, “incluso sin entenderlos”. 

Aunque a través del tiempo se ha idealizado a esta pareja, y lucen impecables en la representación de nuestros pesebres y altares, tal vez es bueno pensar que eran tan humanos como todos nosotros, y que luchaban a diario por sobrevivir. 

Obligados a emigrar y a huir, buscando un sueño o escapando de una pesadilla, José y María se convierten hoy en un paradigma para miles de parejas que deambulan por las grandes ciudades de América Latina. ¡Feliz Nochebuena! Una frase convertida en vacío slogan si no nos solidarizamos con esos nuevos José y María que peregrinan pidiendo limosna por nuestras calles.