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  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
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No hay vacuna contra el egoísmo

No hay vacuna contra el egoísmo

Ahora que la vacuna contra la COVID-19 parece estar al alcance, ha comenzado ya la carrera del “yo primero”. Nos damos cuenta de la importancia que algunas personas se atribuyen a sí mismas y de las prioridades económicas y políticas para la vacunación. Es como si la vacuna quisiera señalarnos algo con mayor insistencia que la pandemia: el egoísmo está profundamente enraizado en nuestra sociedad.

Lastimosamente, no hay vacuna contra el egoísmo. Qué maravilla sería eso: con unos dos pinchazos hacer desaparecer esta peste para que florezcan la solidaridad, el cuidado, la compasión y la justicia. Pero no es así. No existen medicamentos para combatir la enfermedad del egoísmo. Tendremos que curarnos y protegernos con medios alternativos.

Al no haber vacuna ni medicina contra el egoísmo, tenemos que desarrollar anticuerpos y resistencias propias. Este se cura con la práctica del apoyo mutuo. El cuidado que practicamos en el día a día, la sensibilidad para la necesidad ajena, la atención que damos al problema del otro. Estas prácticas nos sirven contra el egoísmo social como las vitaminas al cuerpo humano.

Otra medicina natural contra el egoísmo es la palabra “gracias”. Es una medicina que no se puede dar en sobredosis. Aunque sean “muchas gracias” o incluso “mil gracias”: Sentirse agradecido, saberse dependiente del apoyo del otro, y – más todavía – apoyado por él o ella, puede reforzar nuestra autodefensa contra el egoísmo. Agradecer nos motiva a devolver el apoyo, a ayudar a otros que quizás lo necesiten más aún.

La gratitud es una puerta de entrada para otro remedio natural: sentirnos vulnerables. La pandemia del COVID-19 también puede enseñarnos esto: todos somos vulnerables, en todo el mundo. Ni plata ni poder nos pueden salvar. Sin embargo, puede ser saludable abrirnos a la propia vulnerabilidad, al ser humano flaco y frágil que somos, “polvo y ceniza” como los católicos escuchamos en esta semana. Dependemos los unos de los otros, y como humanos, todos somos vulnerables, podemos sufrir.

Ayudarnos, agradecer y sentirnos humanos: estas prácticas y actitudes nos pueden ayudar contra la pandemia del egoísmo. Muchos ya nos están enseñando esta lección en medicina natural y social. Combatamos con ellos esta otra pandemia.

UN POCO DE SAL

STEFAN SILBER

Teólogo laico 

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