Opinión Bolivia

  • Diario Digital | lunes, 05 de junio de 2023
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Las guerras nunca se ganan

Las guerras nunca se ganan

Las guerras se pierden al iniciarlas. Las pérdidas humanas, los daños materiales y los traumas espirituales de una guerra, siempre resultan extremadamente graves, también para el agresor, pues una guerra no se puede ganar. Es una pérdida total. La historia nos enseña: nadie puede ganar una guerra.

La insistencia global en la necesidad de que Ukrania debe “ganar” la guerra, a la que fue sometida por la Federación Rusa, ignora esta experiencia de muchos siglos y de muchas guerras. El suministro de armas, tanques e incluso combatientes de parte de muchos países europeos y de EEUU, no hará más que prolongar la guerra, multiplicar el sufrimiento y aumentar el número de muertos. Es irresponsable no buscar otros medios y otra salida a este asalto brutal de un país a otro. 

Las guerras siempre terminan con las negociaciones. Esta es otra experiencia fundamental que la humanidad ha podido hacer en los últimos siglos. Incluso al final de las guerras más sangrientas que terminaron con una “victoria“ militar, invariablemente se inician negociaciones para acordar la convivencia futura. No hay, por tanto, otra salida de una guerra que el camino de las negociaciones. Es de suma urgencia que las gestiones del Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, del papa Francisco y de tantas otras personas que intentan propiciar la diplomacia, encuentren mayor apoyo que los llamados a incrementar el armamento. 

Exigir negociaciones no significa proponer el sometimiento de una parte en conflicto. Al contrario, es un llamado a la dignidad de todas las personas involucradas en el conflicto, incluso la dignidad del agresor. En las negociaciones, es posible hacer prevalecer medios distintos para sostener los propios intereses. La solidaridad internacional, las presiones y ofertas  económicas y las soluciones creativas que respetan los intereses de ambas partes, pueden desplegar sus fuerzas una vez que se inicien las conversaciones. Todas las guerras terminan así. ¿Por qué no pueden prevalecer estos (dolorosos) aprendizajes, ahora, en una nueva guerra de proporciones y consecuencias imprevisibles?

Nadie puede ganar la guerra por medio de las armas y de la violencia. Las guerras nunca se ganan. Tan solo la muerte gana la guerra. 

UN POCO DE SAL

STEFAN SILBER

Teólogo laico

[email protected] 

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