Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
  • Actualizado 22:00

Tenemos que hablar (mal) del Wilster

Tenemos que hablar (mal) del Wilster

No es que esta columna haya guardado un silencio bastante parecido a la estupidez, pero, al menos hasta ahora, había eludido hablar abiertamente del Wilster modelo 2020, el posterior al campeón del Clausura de 2019. Había que darle tiempo al equipo ensamblado por la dirigencia aviadora y el técnico Cristian Díaz. Por eso se dijo poco sobre la derrota ante Nacional Potosí (de visita) y sobre la victoria agónica frente Guabirá en el Capriles. Sin embargo, el silencio no podía prolongarse más, tras la caída en el clásico cochabambino. Callarse sería equivalente a ser cómplice con el mal hacer de un plantel que alcanzó la corona del fútbol profesional boliviano hace solo algunas semanas. Duele perder con Aurora, sí, pero duele y enfurece más aún la forma en que se perdió, la forma en que se perdió con Nacional y en que se ganó a Guabirá. Duele el juego mediocre que está exhibiendo el campeón vigente y preocupa de cara a su presentación en la Copa Libertadores, en pocas semanas más.

Dudo que vaya a decir algo diferente de lo que vociferan hinchas y/o periodistas deportivos en tribunas y medios. Pero, aun así, hay que decirlo. Hay que decir que el equipo sufre una crónica escasez de gol, atribuible a la mala racha de Gilbert Álvarez, pero también a la de sus eventuales reemplazantes/acompañantes. William Álvarez sigue sin jugar, pero, aun haciéndolo, tampoco se le podría exigir que anote todos los goles que no anota su hermano. Faltó contratar un delantero de talla internacional, sin menoscabo de los Álvarez. Con un ataque como el actual, Wilster podría tener un desempeño respetable en el fútbol boliviano, pero se halla en franca desventaja frente a cuadros de afuera. El único refuerzo internacional, Torsiglieri, debería jugar de una vez a lado de Zenteno, al que, sin desmerecer ni un ápice, le hace en falta un acompañante que lo releve. Díaz tiene que ceder en su testarudez y sentar a Orfano, que aporta poco o nada al equipo, a más de abucheos, y darles más minutos a Arrascaita y Torrico, que por algo son refuerzos. Quisiera creer que la vuelta de Serginho le devolverá al equipo el ímpetu en ataque que le viene faltando, pero mejor no engañarme. El brasileño es un jugador excelente, pero ni este ni ningún equipo puede depender de su disponibilidad. Hay problemas más serios que su lesión y para la mayoría de ellos, la solución pasa por las manos y la cabeza (dura) del técnico. 

Ojalá no sea tarde, porque la cuenta regresiva para el debut en Libertadores con Colo Colo empezó hace buen rato.

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