Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
  • Actualizado 22:24

La Superliga, ¿QEPD?

La Superliga, ¿QEPD?

Me cuesta recordar un proyecto futbolístico que haya resultado tan impopular como ha acabado siendo la Superliga europea. Al menos, si nos remitimos a fútbol mundial del último tiempo. La condena que mereció el anuncio lanzado por 12 de los clubes más grandes de Inglaterra, España e Italia, aliados para crear un torneo exclusivo al que se clasificaría sin ganar nada, solo por el hecho de tener una buena chequera, ha sido algo prácticamente insólito y, por qué no, admirable.

Podría hasta caer en la tentación de creer que la temprana muerte de la Superliga fue provocada por las voces críticas de los aficionados en Europa y en todo el mundo. Pero, pasados los días, sabemos que el naufragio no se reduce al malestar de los hinchas. Un análisis de la BBC precisa que fueron tres los factores determinantes para matar a la neonata Superliga: la resistencia de los clubes ingleses, que fueron los primeros en bajarse del proyecto; la férrea oposición de la UEFA, y la ausencia de algunos de los equipos más fuertes del fútbol europeo actual, entre ellos el Bayern Munich y el PSG, nada menos que los últimos finalistas de la Champions League. El rechazo de los inventores del fútbol fue tan contundente, que hasta se permitió escarnios públicos, acaso el más sonado, el que protagonizaron los jugadores del Leeds -del Loco Bielsa- en el calentamiento previo al partido con el Liverpool (uno de los clubes gestores de la Superliga, hoy fuera de la Champions en curso y también de los puestos para la próxima edición), cuando vistieron poleras que tenían estampadas la siguiente leyenda: "Gánatelo en la cancha. El fútbol es de los hinchas". De ahí en más no hubo más que expresiones de indignación y censura hacia el proyecto que tuvo entre sus ideólogos a Andrea Agnelli y Florentino Pérez, presidentes del Juventus y Real Madrid. 

No mucho más puede (mal)decirse de una iniciativa que apunta a consolidar la plutocracia en la élite del fútbol europeo y mundial. Nada nuevo bajo el sol, salvo que fue la primera intentona por reemplazar completamente la competencia por la billetera. Que se haya ideado de espaldas a la UEFA y la FIFA fue probablemente la razón decisiva de que se ahogara antes de empezar a nadar. Sin embargo, dudo que sea la última vez que los carcamanes del deporte rey se animen a una empresa de esta índole. Si en el camino se hace del respaldo de los organismos futbolísticos continentales y mundiales no debería sorprendernos que la Superliga, con ese u otro nombre, reflote y se concrete, sin que ni siquiera el repudio hincha disuada a los dueños de la pelota. Por lo pronto ha sido una disputa de poder, entre los presidentes de los clubes y los de los organismos, la que ha torpedeado el torneo de ensueño de los representativos más ricos de Europa. Pero si esa disputa se disuelve o se resuelve en favor de los clubes, otra puede ser la historia.

DIOS ES REDONDO

SANTIAGO ESPINOZA  A.

Periodista

@EspinozaSanti