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  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
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La muerte del Toro

La muerte del Toro

Eso de trazar paralelismos entre el fútbol y la historia política de un país es un ejercicio de lo más manido, en el que, sin ir más lejos, esta columna ha caído no pocas veces. Y lo vuelve a hacer. La excusa es el déficit de “redonda” de estos días, atribuible, sobre todo, al final del torneo Clausura del fútbol boliviano, que, eso sí, de desenlazó con justicia: con Wilster campeón. Bien podría explayarme haciendo mala poesía futbolera, en forma de odas o epigramas en torno al Rojo o Hércules; pero soy de los que creen que las epopeyas triunfalistas solo producen literatura deficiente y lamentable, por no apelar a adjetivos menos amables. Ya habrá tiempo y espacio más idóneos para prolongar el regocijo por el título, que fue conquistado a plan de más sufrimiento del recomendable y que dejó una estela de chicanas muy propias del eterno subcampeón del balompié nacional. Pero, mejor dejemos la maledicencia aquí. 

Si la felicidad de este fin de año se tiñó de escarlata, el bochorno alcanzó su forma más “acabada” en un toro, el Toro de Warnes, Sport Boys. El equipo cruceño, que peleaba por no jugar el descenso directo, fue desafiliado automáticamente del fútbol profesional, por no presentarse al partido de la última fecha ante Real Potosí, en la Villa Imperial. No vamos a enrollarnos con el galimatías reglamentario sobre su ausencia en ese cotejo y su consecuente desafiliación. Lo que acá interesa es especular sobre los significados de la desaparición del cuadro warneño que llegó a ser campeón de la liga boliviana en 2015 y que, en los hechos, fue el último plantel de Santa Cruz en levantar la copa de un título profesional en el fútbol boliviano.

Al margen de ese dato, muy decidor de la crisis del balompié cruceño a nivel clubes, de Sport Boys cabe recordar algunos otros no menos ilustrativos de la Bolivia que se resquebrajó tras la crisis del 20/O. Su presidente fue Carlos Romero, exministro de Gobierno, de Autonomías, asambleísta y hombre fuerte del anterior Gobierno. Otro de sus presidentes fue Mario Cronenbold,  exalcalde de Warnes, quien durante la crisis fue imputado y detenido por tenencia ilegal y tráfico de armas y por 

enriquecimiento ilícito. Pero, acaso, el mayor “delito” -deportivo y político- de Cronenbold fue portarse como un descarado zalamero de la gestión del MAS, al anunciar el fichaje más absurdo de la historia del fútbol boliviano: el de un tal Evo Morales. Un fichaje que, a la larga, no prosperó, muy probablemente por las mismas razones por las que no prosperó la reelección indefinida de Evo: porque se sustentaba en una triquiñuela ofensiva con el sentido común y la dignidad de los bolivianos.