Gary Soria, enemigo número uno del wilstermannismo
Difícil imaginar qué tiene Gary Soria en la cabeza. El aún presidente de Wilstermann está empeñado en convertirse en el hombre más impopular de Cochabamba, sin ofrecer pistas de un plan que mueva sus descocadas acciones. Pese a haber llegado en febrero a un acuerdo para renunciar a la presidencia del Aviador, asediado por jugadores, hinchas y deudas impagables, el dizque arquitecto reapareció a principios de la pasada semana para denunciar que su firma había sido falsificada a fin de habilitar irregularmente a siquiera tres refuerzos del equipo: los jugadores Gabriel Esparza y Julián Velásquez y el entrenador Cristian Díaz. Su arrebato provocó que Wilster se viera obligado a jugar el lunes frente a Vaca Díez sin los tres mencionados en cancha.
El Rojo acabó haciéndose empatar 2-2 pese a ir ganando 2-0. La ausencia de Esparza y de Díaz se sintió de sobra y, al saberse que su causante fue Soria, la bronca aviadora se disparó. La denuncia del indeseable presidente no solo incidió en el mal resultado frente a los pandinos, sino que llegó a poner en riesgo la esmerada victoria contra Bolívar de unos días antes. Sus observaciones bien pudieron dar lugar a impugnaciones sobre ese encuentro en el que participaron los implicados.
Hasta donde ha hecho saber a los pocos medios con los que habla, Soria quiere que el directorio transitorio del Wilster, a la cabeza de Omar Mustafá y de Yuri Gil, le “devuelva” 120 mil dólares que él habría invertido mientras ejerció como presidente del club. El monto habría sido convenido en la reunión en la que, con la mediación del presidente de la FBF, se resolvió su alejamiento del club. Por reglamento, su dimisión solo se haría efectiva tras nuevas elecciones dirigenciales, para las cuales postulan Mustafá y Gil, quienes, desde entonces, vienen manteniendo a flote a la institución a duras penas.
Encaprichado en su aventura destructiva del Hércules, Soria ha llegado a retirar su renuncia, mientras insiste en negociar en La Paz con los dirigentes transitorios, porque en Cochabamba su cabeza ya tiene precio. En las últimas horas han aparecido en paredes de la ciudad carteles con su patético rostro y con la siguiente leyenda: “Se busca. Vivo o muerto. Enemigo de Cochabamba”.
Vaya uno a saber si Soria es plenamente consciente de que su guerra contra el Imperio Escarlata lo está convirtiendo en persona non grata en Cochabamba. Acaso por eso mismo se ha refugiado en La Paz, donde mantiene una ignominiosa clandestinidad, cual si fuera un dictadorzuelo exiliado de su propia patria. De consumar la desaparición del Rojo, el hombre debería resignarse a ya no tener pisada en esta ciudad. Está jugando con fuego y es poco probable que entienda lo que podría depararle pasar a la historia como el Nerón del Wilster.
DIOS ES REDONDO
SANTIAGO ESPINOZA
Periodista
@EspinozaSanti