Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
  • Actualizado 00:01

Fiesta celeste en el infierno blanco

Fiesta celeste en el infierno blanco

Desde la final del Mundial de Catar no había vuelto a festejar con tanta vehemencia un partido de fútbol como lo hice con el Manchester City 4 – Real Madrid 0, de la segunda semifinal de la Champions. Puede parecer exagerado y, en efecto, lo es. No son juegos equivalentes. El primero fue el de la largamente esperada consagración de Messi con la Argentina, mientras que el segundo se redujo al pase a una segunda final en la Liga de Campeones del club conducido por Pep Guardiola. En uno, un equipo se llevó el trofeo más apetecido del fútbol global y, en el otro, apenas la posibilidad de ganar por primera vez una copa continental. El de diciembre de 2022 puso fin a más de 120 minutos de sufrimiento, con tanda de penales incluida, y el del miércoles último se celebró incluso antes de cumplidos los 90 minutos, cuando los ingleses ya goleaban.

Aun a sabiendas de esas y otras varias diferencias, sostengo que la victoria de los ciudadanos me insufló una dosis de euforia casi igual a la experimentada en el encuentro de Lusail. No encuentro una razón clara. Si la victoria en Catar estuvo acicateada por un deseo de redención para Messi, la de Manchester tuvo en la sed de revancha su motor más potente. Eso sí, algo que une ambas experiencias es el alivio: el alivio que produce la tan arbitraria sensación de justicia que solemos buscar en el fútbol. Si la pelota había contraído una deuda histórica con Messi, que solo fue honrada tras el Mundial del año pasado; a Guardiola le debía cuando menos una satisfacción pública por la inexplicable desclasificación del año pasado en Champions ante el mismo Real Madrid de Ancelotti.

Comparaciones aparte, debo reconocer que la goleada “citizen” al Madrid resultó particularmente sentida, porque la vi en un boliche atestado de jóvenes hinchas merengues que se marcharon en un silencio impenetrable, cual zombis deprimidos por la noticia de la completa extinción de la humanidad. Quisiera decir que no disfruté de esos segundos interminables de dolor ajeno, pero mentiría. Los disfruté como cada vez menos cosas en este mundo de fútbol resultadista. Es más, los sigo reviviendo una y otra vez en mi mente. Nada puedo decir a mi favor, salvo que la moral del fútbol avala la crueldad ante la desgracia del contrario.

Dirán que el Manchester City no ha ganado nada. Que aún le queda jugar la final contra el Inter de Milán. Que podría volver a quedarse a puertas de la gloria. Que la humillación al Madrid podría quedar para el anecdotario. Y les daría la razón, pero no. El equipo de Guardiola acaba de ganar una nueva Premier (que parecía a la medida del Arsenal) y, en unas semanas más, podría hacer triplete conquistando la Champions y la FA Cup. Mientras tanto, la fiesta celeste en el infierno blanco sigue. Que nadie nos quite lo bailado.

DIOS ES REDONDO

SANTIAGO ESPINOZA ANTEZANA

Periodista

@EspinozaSanti

Entrando en la página solicitada Saltar publicidad