Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Evo y el fracaso ‘plurinacional’ del fútbol

Evo y el fracaso ‘plurinacional’ del fútbol

Ha querido la casualidad que la tercera derrota al hilo de la Selección boliviana de fútbol, por Eliminatorias para Catar 2022, haya coincidido con una fecha significante en la historia reciente del país: el primer aniversario de la posesión como presidenta transitoria de Jeanine Áñez. Si el 12 de noviembre de 2019 una desconocida senadora beniana blandía, desde el Palacio Quemado, una Biblia, como para anunciar la extirpación de idolatrías evistas en Bolivia; un año después, la Verde caía 2-3 ante Ecuador, en el Hernando Siles, por la tercera fecha de la fase clasificatoria sudamericana para el Mundial. 

Hasta ahí llega el paralelismo entre el desastroso fútbol boliviano y el desastroso gobierno transitorio. No cabe asociar el desastre de uno con el del otro. Sería descabellado achacarle alguna culpa de la crisis del balompié a la infausta gestión política del régimen de Áñez. A lo sumo se le podrá reprochar por haber cerrado el Ministerio de Deportes y haber descuidado por completo la gestión deportiva por casi un año. 

Al que sí corresponde reclamarle algo más, o mucho más, es al expresidente Evo Morales, quien completó su viaje de retorno al país justo un día antes del partido entre Bolivia y Ecuador. A Morales sí le podemos reclamar, porque él estuvo al frente del gobierno nacional mucho más tiempo que su sucesora, cabalmente, catorce veces más. Y a diferencia de ella, el líder del MAS es un futbolero consumado, que se cansó de jugar a la pelota e inaugurar canchitas durante sus más de trece años en el poder. Lo de las canchitas va más allá de la anécdota, porque fue una inversión directa, y para nada despreciable, en infraestructuras deportivas. No menos despreciable fue su inversión en torneos deportivos de gran magnitud, como los Juegos Plurinacionales o los Juegos Suramericanos. No resulta exagerado presumir que la significativa inversión en deportes del largo gobierno de Morales ha tenido un retorno pobre o imperceptible, al menos sobre la calidad de nuestros deportistas y de las competencias deportivas bolivianas. El mejor botón de muestra es nuestro fútbol profesional, que hoy se pudre en una de las simas más bajas de su historia, con seleccionados que ya se han acostumbrado a perder de locales y dirigentes que han perfeccionado su infamia hasta el punto de profesionalizarla y convertirla en una nueva especialidad delincuencial. 

Quizá no lo sepa ni le importe, pero no está de más que a Evo Morales le recordemos que el fracaso actual del fútbol y, en general, de los deportes en Bolivia merece también llevar su nombre, como lo llevan tantos escenarios y torneos dispersos por el país. 

DIOS ES REDONDO

SANTIAGO ESPINOZA  A.

Periodista

@EspinozaSanti

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