Opinión Bolivia

  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
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El doctor (enfermo) del fútbol

El doctor (enfermo) del fútbol

Lo mejor del Carnaval es el largo feriado que se han inventado en Bolivia para celebrarlo. No hay otro igual en el año que se extienda por dos días consecutivos, que se suman a los dos (o algo menos) del fin de semana previo. En total, cuatro días que unos aprovechan para farrearse todo lo que se presente como alcohol, otros tantos para armarse unas pequeñas vacaciones (con viaje incluido) y unos pocos (aburridos) para intoxicarse con películas y series de calidad variable. 

De esos últimos soy yo, a mucha honra. Este reciente Carnaval me la pasé maratonenado, sin orden ni horario, con filmes y series nada carnavalescos. No me arrepiento de nada de lo que vi, pero nin guna me conmovió tanto como la miniserie “Bilardo, el doctor del fútbol”, estrenada por HBO Max. Es un documental repartido en cuatro capítulos que repasa la vida profesional de Carlos Salvador Bilardo, haciendo hincapié en su experiencia como técnico de la Selección argentina campeona del mundo en 1986 y subcampeona en 1990. El trabajo es generoso en imágenes de archivo de la carrera como futbolista del Narigón, en particular de sus años de gloria con el Estudiantes de la Plata que fue campeón intercontinental. Ofrece jugosos testimonios de colegas y de discípulos que revelan las más extrañas manías del entrenador que sucedió a Menotti en la Albiceleste. Introduce pasajes de impagable humor de la faceta más ‘entertainer’ del adiestrador porteño, que supo ser una figura con identidad propia en la televisión argentina. Y, lo que para mí es el contenido más valioso de la docuserie, echa mano de las grabaciones caseras que hacía Bilardo con su cámara de video, en las que la protagonista casi absoluta es su única hija, Daniela. 

Dirigida por el cineasta Ariel Rotter (“El otro”), la miniserie se titula “Bilardo, el doctor del fútbol”, en alusión al popular apodo del director técnico, inspirado, a su vez, en su formación universitaria como médico. Y aunque no faltan razones adicionales para justificar tal sobrenombre, como el estudio obsesivo del balompié, el desvelo por sus jugadores o el empleo de experimentos farmacológicos para anular a sus oponentes, lo cierto es que Bilardo tiene cualidades de sobra para que se le dignostique como un enfermo incurable del fútbol. Solo un enfermo del fútbol pudo haber adoptado a Maradona como el hijo que nunca tuvo, pese a los muchos reveses que recibió del Diego. Solo un enfermo del fútbol pudo reconocer que se “olvidó de vivir”, al punto de abandonar a su esposa e hija en nombre de un “bien mayor”. Solo un enfermo del fútbol pudo sobrevivir a los agravios y los fracasos que sobrevinieron a su consagración como campeón del mundo. Solo un enfermo del fútbol puede despertar genuina admiración aun siendo un doctor que no cura, sino que contagia una patología acaso incurable.

DIOS ES REDONDO

SANTIAGO ESPINOZA 

Periodista

@EspinozaSanti