Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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El clan Costa, “siempre listo”

El clan Costa, “siempre listo”

Hace un año me apresuré en declarar que 2019 había sido un periodo auspicioso para el fútbol cochabambino. Razones había: Wilster fue campeón del torneo Clausura, Aurora se salvó del descenso y Palmaflor ascendió a primera. Cochabamba cerró esa gestión con tres clubes en la máxima divisón del balompié boliviano, algo que no ocurría en décadas.

Un año después, el balance para el fútbol profesional cochabambino es, en el mejor de los casos, mediocre. Si bien el Rojo hizo algo más de lo que se esperaba de él en la Libertadores, a la postre cayó estrepitosamente en octavos. Y lo que es peor: pagó un costo demasiado alto en el Apertura, al quedar fuera de la zona Libertadores para 2021, pese a tener una de las plantillas más caras del país. 

Aurora no pudo mejorar su performance de 2019 y solo en las últimas fechas, ya bajo la conducción de Viviani, repuntó y escapó del sótano de la tabla. Palmaflor fue definitivamente el que mejor papel cumplió en 2020, al menos en términos de costo-beneficio. Con una plantilla mucho más modesta que la de Wilster consiguió lo mismo: el pase a Sudamericana, tras cerrar octavo en el torneo.

Toda esta larga cháchara viene a cuento para postergar lo más posible una evidencia inocultable: el fútbol paceño vivió en 2020 uno de los mejores años de su historia. Sus tres representativos se hicieron del podio en la División Profesional. Always Ready les robó el protagonismo a Bolívar y The Strongest, los dos clubes más coperos del país. Tan bien le fue al combinado que juega en Villa Ingenio, que ni siquiera el intempestivo cambio en la dirección técnica, de Villegas a Asad, afectó su rendimiento.

Adoptando a El Alto como sede, el club de la banda roja no solo se quedó con el único título de 2020, sino que, en la práctica, tomó el poder del fútbol boliviano. Fernando Costa, quien como dirigente devolvió a Always a la primera, fue elegido presidente de la FBF tras el zafarrancho institucional que dejó la muerte de César Salinas. El equipo quedó en manos de su hijo Andrés Costa, un veinteañero que bien podría ser el presidente más joven de un campeón del fútbol profesional boliviano.

El campeonato 2020 y la presidencia de la FBF son indicadores de un desplazamiento del poder en el fútbol nacional. Mientras el Tigre se siente cada vez más cómodo sumando subcampeonatos y la Academia paceña sigue en manos de un millonario que sabe más de Twitter que de deportes, la pelota del fútbol boliviano parece tener un nuevo dueño: el clan Costa, “siempre listo”.  

DIOS ES REDONDO

SANTIAGO ESPINOZA  A.

Periodista

@EspinozaSanti